Hoy es un día especial, Día de las Madres, y con este conversatorio, quiero darle un abrazo a todas y en particular a Doña Vaganiona y a Doña Ingrid, las madres más bellas. Por esa razón me atrevo hoy a tratar un tema tan complicado como lo es la sabiduría.
En una lógica elemental por el espacio limitado de esta lectura dominical, renunciaré a los aspectos filosóficos, morales y de realización personal, de la sabiduría; muy bien sé que no lo puedo tratar como otros escritores, que sí conocen el tema con gran profundidad, como Erickson, Young, Kohut y otros.
La sabiduría y la felicidad caminan de la mano, Diderot dijo: La sabiduría es la ciencia de la felicidad. Una de las vías de lograr la máxima felicidad es haciendo feliz a los demás; eso incrementa nuestra propia felicidad, sabemos qué es lo que una madre procura para sus herederos.
No hay un ser humano, que tenga más generosidad hacia otra criatura que la madre, que trate de gratificar más a sus vástagos y que siempre procura librarnos de cualquier dolor. ¿La sabiduría: es un regalo o un premio bien merecido? Se ha tratado por siglos desde los albores de la presencia humana, de desentrañar en todas las culturas en qué consiste esa acción de pensar como un genio, tal como se refleja en los aforismos de Salomón y de Confucio y así miles de ejemplos a través de la historia.
Unos de los trabajos de investigación más modernos sobre el tema de la sabiduría son los ensayos dirigidos por Robert Sternberg, psicólogo de la Universidad de Yale. Se acepta, que de todos los poderes del cerebro humano, la sabiduría es el más codiciado. En todos los tratados sobre el tema, la gran mayoría coincide que la sabiduría va relacionada a la propia satisfacción y a la plena felicidad. Hace más de 25 siglos que se habla de ella, y todavía no hay un concepto absoluto sobre su definición, ha sido el concepto psicológico que ha suscitado más interés por años.
En su libro el cerebro femenino, Louann Brizendine me da las respuestas, de por qué son las madres tan sabias. Plantea, que las mujeres son más adelantadas en intuición que los varones.
A las madres les aumenta la capacidad de evitar daños a los demás, se considera que es porque se les agranda la intuición, pueden leer las mentes por las aptitudes, esto es el resultado de la acción de unas neuronas en espejo que tienen más desarrolladas en sus cerebros.
Ya sabemos dónde radica el sitio de esa intuición (circunvolución frontal ascendente). Dos experimentos con la resonancia magnética de cráneo, investigaciones en el Instituto de Neurología del University Collage, Londres, demostraron que las madres lograban experimentar en sus propias áreas dolorosas del cerebro los estímulos punzantes que les hacían a sus seres queridos, demostrándose que pueden sentir el dolor ajeno.
Esto hizo pensar a los psicólogos evolucionistas que son esos elementos de sabiduría los que les proporcionan a las madres desde la edad de Edad de Piedra su competencia para percibir conductas potencialmente peligrosas o agresivas, evitando consecuencias nocivas, para así poder proteger a sus hijos. Si sabiduría es tacto, intuición y felicidad, entonces las madres son todas muy sabias. ¡Muchas felicidades!