La sabiduría implica la combinación de una gran inteligencia y una rica y aprovechada experiencia vivida, la que solo se desarrolla con el paso de los años. Es decir, que usted no podrá encontrar nunca un joven “sabio”, podrá tener los más grandes talentos y virtudes pero no sabiduría, ni nunca un anciano que no sea inteligente será sabio.
La sabiduría la dan los años, las experiencias vividas combinadas con lo preeminente del pensamiento, es lo que nos permiten ordenar y juzgar con prudencia los conocimientos y acertar en las probabilidades del porvenir. Envejecer le prohíbe a uno perder el tiempo y solo se enfatizan las acciones de placer y/o gratificación: está la familia, el trabajo que hago, los buenos amigos, las placenteras lecturas, disfrutar del arte y la buena música, complacerme frugalmente con los buenos vinos y las comidas sibaritas, o con la provechosa motivación intelectual como un grato “conversatorio” disfrutado con amigos preclaros.
La pasada semana fui invitado a un almuerzo, que terminó en una experiencia muy agradable. La sobremesa, con muy grata compañía, de un lado una dama joven bella e inteligente, que responde al nombre de Marien Aristy Capitán, del otro lado el presidente de la Academia de Ciencias, el Dr. Luis Schecker Ortiz, en anverso al Lic. Eduardo Klinger y su gentil esposa. Estando nosotros frente a copas de un exquisito vino tinto, se sentó entonces en nuestra mesa un hombre con gran sabiduría. Para explicar la motivante dinámica del grato tiempo pasado junto al prominente personaje, me auxilio del libro “Metafísica de la Conciencia” de don Bruno Rosario Candelier, obra que tan gentilmente él nos la dedicara y en su página 442 señala: “Si activamos el poder de la conciencia se produce un cortocircuito entre la energía de la cosa y la energía interior y eso genera una chispa que ilumina y atiza el poder creador. Cuando la gente experimenta ese estado de inspiración es porque ha entrado en conexión con alguna energía del Universo”.
Estuvimos todos motivados, “dilectamos” con profundidad y en franca socialización con el “hombre sabio”, que con gran humildad nos relataba partes de las experiencias de su vida, exitosa en todos los órdenes. En algún momento del gratificante “conversatorio” él habló de su padre, y por ello, en mi interior volví a “ver” al mío ya convertido en constelación, quien hizo durante su vida terrenal una laudable carrera de aliento y vigor en la sencilla validez del pensamiento. Debemos estar persuadidos de que el pensamiento constituye el elemento fundamental de la majestad inteligente del hombre. Nos señaló, que cuando se llega a la edad del ocaso del discernimiento, ni la simplona chismografía, lo primario, las vanidades, ni lo “light” interesan. Se elaboran entonces las ideas con una mayor acuciosidad, donde solo los seres superiores pueden llegar a ser capaces de profundizar sobre las cosas hasta alcanzar a entender todo su significado. Se valoran entonces cada vez más la sencillez y la humildad.
Conversamos sobre nuestra sociedad actual, donde en la línea pedagógica poco se hace; en el hogar casi nada. Conclusión; que el deterioro de la conducta juvenil, se hace patente cada vez más, todo en detrimento del progreso ético, moral y social de la sociedad dominicana. Urgen por consiguiente reformas en una dimensión responsable, con criterios relevantes semejantes a las normas de los pueblos verdaderamente educados. Decía el hombre sabio, que debemos aprender de los países más ricos e instruidos, pero de lo que hicieron ellos para llegar donde están y no copiar lo que están haciendo hoy en su pleno desarrollo.
Entendí del hombre sabio que no son las inspiraciones sutiles las que forman las grandes naciones, sino los personajes decididos, austeros y fuertes. Que la educación se debe fomentar desde temprano en la infancia, basada en la firmeza y la rigidez, el ejemplo de Singapur. Para hacer de ese ciudadano una persona sana en sus emociones, para inculcarle la disposición al trabajo digno, inspirándole en los valores morales correctos para procurar un adecuado proceder en su vida, para que tenga luego una existencia de bien. Si no lo hacemos hoy, mañana será muy tarde. Quiero aprovecha la ocasión y a todos mis amables lectores en este el más bello tiempo del año darles un cálido abrazo, desearles una muy feliz Navidad y un próspero 2017 lleno de venturas.