El Museo Bellapart tiene la reputación unánime de ser el sitial para una apreciación histórica del arte dominicano, en la pintura particularmente. Ahora, con la apertura de la Sala de Escultura, una nueva vertiente aumenta este prestigio.
Nos parece redescubrir su auge museográfico con ese aporte. Sentimos un intenso placer, contemplando una muestra de escultura, que la reivindica con seriedad y esplendor: nadie se puede perder esta oportunidad única.
Aquí, la escultura dominicana escapa a la esclerosis de la reiteración, rechaza las fórmulas rígidas, desconoce propuestas estáticas.
Demuestra la riqueza de talentos y de posibilidades, utilizando materiales naturales, no solamente la madera, y trabajando, además de la talla directa –a veces identificada como una definición nacional exclusiva- otros patrones tridimensionales.
Cierto rigor, combinado con experimentación, demuestra que la escultura tradicional permite una renovación de sí misma, sin complacencias.
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Maestros
Esta propuesta y realidad la observamos, desde la entrada, con el magnífico relieve de Antonio Prats-Ventós, desplegado en el muro: su título “Alegoría” podría hasta calificar el conjunto de las obras escultóricas, según las presenta la nueva Sala.
Es más, “Tony Prats” sobresale, como lo que es, gran maestro de la escultura dominicana, magistral tanto en la figuración y la abstracción, y el que mayor influencia ha ejercido. Hasta sorprende aquí su pequeña “Forma”: si sabíamos que labró con igual virtuosismo y emoción, la madera y el mármol, solemos evocar sus grandes formatos.
El Museo Bellapart ya había distinguido a Gaspar Mario Cruz y su singularidad, entre su fuerza de leñador, tenacidad de artesano y sensibilidad de poeta místico. Admiramos como somete e “idealiza” la madera: sus piezas culminan hasta en una modernidad esencial.
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La impresionante talla de Luichy Martínez Richiez, homenaje totémico a las partes íntimas, es una de las grandes piezas que el Museo Bellapart posee de este maestro singular, largo tiempo parisino, ¡y atrevido en su tiempo!
…Y cuánto se destaca Manolo Pascual, “escultor español, primer director de la Escuela Nacional de Bellas Artes” (cita catálogo), un creador especial e independiente, provocador para la época y ya reciclando. Al mismo tiempo, era un maestro del clasicismo.
Todas las obras fascinan, desde la Cabeza de Salomé Ureña de Henríquez hasta los encantadores Pelícano y Rinoceronte! (continuará)
Juan José Bellapart fue un coleccionista de excepción, no solamente por la diversidad y la calidad de las obras, adquiridas al filo de las décadas, sino por su entrega del Museo Bellapart, un legado que continúan sus hijas. En el arte, pasión rima con emoción.
La Sala demuestra que la escultura ha mantenido compromiso y coherencia, probando su capacidad de integración y el derecho a la diferencia, revelando un léxico innovador y audaz aún.