La copa parece haberse llenado. El país no aguanta más delincuencia de Estado, más robo, más indelicadezas ni más mentiras.
A todo esto necesitamos ofrecer al país una salida. Una divorciada por completo de la vieja política clientelar y delincuente.
Una salida disruptiva por demás, un desmarque generacional contundente que esté en capacidad de ofrecer propuestas frescas, en voces nuevas y genuinamente democráticas.
Es la única respuesta viable al nivel de indignación que está exhibiendo hoy la sociedad dominicana.
Porque sería muy decepcionante, salirle ahora al pueblo con que vamos a reciclar lo poco que queda de un sistema que ha colapsado sobre su propia inmundicia por un lado, y por el otro lado sobre su propia incapacidad.
Unos fallaron porque cedieron a la maldad, al delito y al abuso; otros, porque no fueron capaces de ofrecer un horizonte verosímil al que el país pudiera aferrarse para no sucumbir como está sucumbiendo ahora.
Tuvieron sus oportunidades, fallaron.
¡Siguientes!