La salud de los publicistas

La salud de los publicistas

POR NELSON GÓMEZ
La publicidad sigue siendo una profesión muy elitista por su característica de herramienta del comercio moderno ligado a las artes y a la dinámica del mercadeo. Tiene un posicionamiento de carrera para gente creativa, dinámica y muy especializada. Desde el punto de vista administrativo resulta una empresa moderna que anda siempre a la vanguardia de la actualización gerencial para poder competir en un mercado muy agresivo.

Los ejecutivos son vistos como gente que debe aparentar muy bien y el personal de producción está minado de artistas con características especiales. Los «greñuses» de la creatividad se ven como personas con talento especial.

Hacia afuera todo debe verse hermoso, atractivo y con mucha seguridad, pero hacia dentro de este mundo de ideas, sonidos e imágenes nos encontramos con una clase especializada en algo más que publicidad, nos encontramos con gente que soporta una gran carga de estrés y que recibe sus consecuencias negativas.

Los publicistas están entre los grupos de profesionales más estresados, compartiendo este problema con los mineros, periodistas, dentistas, actores, policías, pilotos y guardia de prisiones.

Sobre las consecuencias negativas de un estres sostenido se ha dicho tanto que es muy posible que la mayoría de la gente conozca muchos de los problemas de salud que produce.

El factor más importante por la que los publicistas tienen que trabajar bajo una presión constante es la imposición del tiempo para la entrega de los trabajos, que casi siempre está presionado por la necesidad de respuesta a la estrategia de la competencia o por la obligación de cubrir las fallas de improvisación de un cliente que no respeta a la agencia como empresa.

En el caso típico de un día angustiante el ejecutivo llega con la prisa de un trabajo que un cliente ñoño y buena paga quiere para ayer y el miedo a quedar mal pone más pesado este ambiente estresante. El otro caso es cuando se pide una campaña para impresionar y conquistar un buena cuenta que anda disgustada con su agencia. Hay que andar rápido, con ideas y presupuestos atractivos.

LOS CHIQUITOS SUFREN MAS

Las agencias grandes y organizadas, con voluminosas cuentas que les permiten buenos ingresos, pueden contratar personal más preparado y segmentar mucho más el trabajo, de modo que se amortigua la presión individual. Además se pueden dar el lujo de exigir mayor respeto a su cronograma de producción. Estas se pueden dar el lujo de rechazar cuentas.

Con las agencias pequeñas, que luchan por sobrevivir o por crecer, la cosa no es igual; deben sobrevivir con el mismo orden de la selección natural de las especies: adaptándose al medio y desarrollando defensas para poder crecer con fortaleza. Ese proceso requiere de personal muy proactivo, leal y resistente a la presión.

Este fenómeno, que da seguridad y mejor ambiente, es lo que hace tan atractivo un empleo en las grandes empresas publicitarias, aunque -como no hay nada malo que no tanga algo bueno-las pequeñas permiten que muchos jóvenes puedan desarrollar sus habilidades que, la mayoría de veces, no pueden en las que cuentan con los talentos más calificados y bien pagado del mercado.

El personal de las agencias pequeñas debe armarse de una filosofía de trabajo muy motivadora para lograr vencer los múltiples obstáculos que se presentan. Por ello no es fácil para los que inician este negocio lograr avanzar si no definen con claridad una política de estímulos material y espiritual a sus empleados, poniendo cuidado especial al tratamiento individual de cada uno. Muchos negocios de publicidad inician con excelentes ideas y un servicio eficiente pero el malestar interno del personal quiebra la dinámica necesaria para que el negocio sea estable.

Los gerentes de este tipo de negocio sólo pueden ser exitosos y crecer si se arman de una agresividad inteligente en la oferta de su servicio combinado con una delicada labor de administración de personal sustentada la flexibilidad laboral para lograr tener técnicos calificados.

Son expertos en manejo de presión y en tareas de trabajo apresurado; y en las agencias son los protagonistas de las temidas amenacederas, muy comunes en los departamentos de arte y en las ediciones audiovisuales.

Los publicistas gozan del prestigio de ser técnicos de élite, pero pagan un alto precio.

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