La salud emocional del maestro no importa

La salud emocional del maestro no importa

Los maestros de la República Dominicana son actores que están presentes en los medios de comunicación y en las redes sociales. Su presencia es permanente y no tiene nada de casual. Esta vigencia en los medios de comunicación, virtuales e impresos, tiene su origen, en gran parte, en resultados de investigaciones y de informes locales e internacionales que dan cuenta de que tiene un rol protagónico en los problemas de aprendizaje de los niños. Se enfatiza la carencia de una formación docente de calidad; y se plantea que su desempeño no responde a las necesidades y expectativas del Sistema Educativo Dominicano. De igual modo, el maestro se ha convertido en el centro del debate en la radio local, en canales de televisión del país y hasta en el transporte urbano. Como podemos observar, por una cosa u otra, el maestro es noticia para la diversidad de medios con que contamos; y es un problema al mismo tiempo, porque son actores vigentes, no por el éxito en el ejercicio de la profesión docente, sino por su fracaso en el trabajo como docente. Por ello, para diversos sectores de la sociedad y del sector educación, empezando por los gestores, los maestros dominicanos han de ser sustituidos por maestros importados. Estos pueden salvar el sistema educativo y favorecer el desarrollo social.
Estamos ante el hecho de que los maestros dominicanos preocupan; pero si se le da seguimiento cercano y sistemático a estos sujetos, vamos a constatar que casi nadie se ocupa de la persona del maestro. A una máquina se le presta más atención en las empresas y en el mismo Sistema Educativo Dominicano. Por ello la salud emocional de los maestros, aunque se deteriora progresivamente, no importa. Esta situación no es asunto importante para las autoridades; y no se ve muy claro que sea asunto importante para la Asociación Dominicana de Profesores, en la que- según nuestra percepción- es una realidad que preocupa en el discurso pero se perciben pocas acciones. La salud emocional de los maestros es clave si queremos que el ambiente, las relaciones y la producción académica sean motivadores y propiciadores de aprendizajes. La atención a la salud emocional de los maestros pasa por el cuidado de las condiciones de trabajo; y por el trato que recibe de los directivos, de las madres, padres y de la sociedad. Asimismo, una salud emocional estable precisa de procesos de acompañamientos de calidad, que les permitan reconocer sus errores y reaprender nuevas prácticas sin sentirse ridiculizados y minusvalorados. Proliferan informes y programas de todos los tipos en el sector educación. Pocos o ninguno, tienen como foco la atención a la salud emocional de los maestros. No importan sus emociones, no importan sus sentimientos; lo que importa es que produzca lo que tiene que producir. Lo demás es su problema y lo ha de resolver él.
El desconocimiento de la salud emocional de un maestro es un hecho grave que viola los derechos humanos. Es un derecho humano de cada docente recibir asistencia, ayuda, apoyo para el desarrollo y la maduración psicológica. Las emociones ocupan un lugar preponderante en los procesos vinculados a la enseñanza y al aprendizaje. Un maestro que experimenta emociones positivas y gratificantes podrá promover experiencias de aprendizajes significativas. El mismo se sentirá más seguro y tendrá más capacidad para afrontar la cotidianidad del aula y del centro educativo. Los factores que inciden en el estado emocional de los maestros no dependen exclusivamente de la estructura y de las relaciones que se viven en el Sistema Educativo Dominicano; pero estos tienen una influencia capital en su comportamiento docente. Es tiempo de que se recupere la persona del maestro y que se le ponga fin a un discurso humanístico que contrasta con la indiferencia y la soberbia con las que se tratan aspectos tan delicados y vitales como la salud emocional de una persona; en este caso, la salud emocional del maestro.
Le proponemos al Ministerio de Educación una revisión del respeto al descanso de los profesores en el trabajo de la semana; de su tiempo libre; de la forma en que se le interpela; de la presión psicológica y verbal de parte de directivos de centros, directivos distritales, directivos regionales y de las autoridades de la sede central del Ministerio. No considero al maestro una víctima. Lo que considero es que se carece de una visión integral de la educación y de sus actores. Ponerle atención a la salud emocional de los maestros no es pactar con la permisividad; es asumir la educación como un hecho político y humano. Es reconocer que el principio activo de la educación es la persona con toda su integralidad. En educación, la salud emocional de maestros y estudiantes es un eje que genera el buen vivir y nuevos aprendizajes. Le proponemos, también, al Ministerio de Educación, que invierta para que los centros educativos no sean espacios de descomposición emocional; para que se conviertan en lugares amigables y agradables para todos. La salud emocional de los maestros ha de importar si es verdad que nos interesa elevar la calidad y el sentido humano de la educación.

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