José Luis Báez ya no puede hablar con la fortaleza de cualquier persona de su edad, 39 años. Sus palabras se van degradando en la medida en que hace ingentes esfuerzos para avanzar en sus expresiones.
Padece cáncer de colon y problemas de hígado. No come ni duerme, ni tampoco puede tomarse un sorbo de agua con tranquilidad, sin que de inmediato le pase factura su estómago. No solicita dinero ni alimentos. Su única petición es atenciones médicas aunque sea donde vive, en Matanzas, Bani, provincia Peravia.
José Luis se expresa a duras penas, pero sus padecimientos solo permiten que se entresaquen algunas de sus múltiples inquietudes que le atormentan ante la falta de atención. Entre las más claras está la interrogante de si el derecho a la salud solo está reservado para los positivos al Covid-19.
“Díganme ustedes si es justo que a una persona la dejen morir en su casa”, se le escucha decir al paciente en un audiovisual grabado por él mismo con su teléfono celular.
“Porque no tenemos derecho a que atiendan a uno”, suplica al enfocar con su cámara su estómago que sobresale por encima de todo su estructura corporal. A seguidas, coloca la cámara en su antebrazo para dejar evidencia de cómo se van consumiendo hasta dejar ver los huesos. “Ya no aguanto más”.
Báez acudió al Instituto Oncología en Santo Domingo, pero no fue ingresado por falta de una biopsia, según narra su hermana. Desde entonces, se encuentra en estado crítico en su vivienda, sin poder incluso tomar ningún medicamento, según narra su hermana Sonia Fragoso Jiménez.
“Cómo puede tomar su tratamiento sin ser visto antes por un médico”, razona la señora, quien comentó que el joven siempre fue una persona sana, y que sus padecimientos empezaron a surgir hace poco menos de cuatro meses, aproximadamente.