Cuando la salud se convierte en un negocio todo lo demás deviene una gran mentira. Eso es precisamente lo que está sucediendo en los EEUU.

Por oro baila el mono. Las contribuciones a las campañas políticas de parte de las corporaciones farmacéuticas y de los emporios de los seguros médicos han tornado la situación en una zarzuela china.

Obama pretende obtener una salida conciliada a su promesa de campaña. Las mentiras del campo Republicano, unánimemente opuesto a que el gobierno ofrezca un seguro médico a los ciudadanos bajo pretexto de querer socializar la salud, además de falsas, se basan en tergiversaciones malintencionadas.

Una de ellas es que los seguros privados no van a poder competir con el seguro colectivo del gobierno.

El mejor ejemplo de lo contrario lo tenemos en Dominicana con el seguro del gobierno, SENASA. O, si se quiere, en Canadá y en los países europeos donde la salud básica está garantizada a todos los ciudadanos.

Estos seguros médicos privados de los EEUU, que ya están recibiendo $260 billones de beneficios al año, recibirán ahora $30 billones adicionales.

EEUU es el único país de los G-20 donde la salud sigue siendo un gran negocio privado. El deseo de lucrarse es el que prima.

Compiten con el precio de la salud como si ésta fuera una mercancía y no un derecho ciudadano.

Sin embargo, ya existe un precedente para este tipo de seguro de salud universal: los Veteranos, los congresistas y el Seguro colectivo de los empleados del Pentágono donde es el gobierno quien paga directamente a los médicos y a los hospitales. Esperemos a ver cuál va a ser el desenlace.