La satanizada carretera
Juan Pablo II

La satanizada carretera<BR> Juan Pablo II

La moderna vía que atraviesa la Sabana de Guabatico, el corazón de Los Haitises y la planicie del Bajo Yuna, para acercar los atractivos de la península de Samaná al Sur del país, está recibiendo toda clase de ataques por la frecuencia en el elevado índice de mortalidad de los frecuentes accidentes de tránsito, que están empañando la necesidad de la carretera para el desarrollo regional.

No hay dudas que la gravedad de los accidentes la determina la imprudencia de los conductores, que sin respetar las abundantes señales de tránsito en cuanto a velocidad reglamentaria y el aviso para los tramos donde no se puede rebasar, se desplazan raudos y veloces para disfrutar una superficie de rodadura en muy buenas condiciones.

No hay un conductor que haya utilizado esa carretera que su velocidad haya sido menor a los 100 kilómetros por hora. El entusiasmo de conducir por una carretera, sin mucho tránsito, invita a sobrepasar fácilmente los 140 kilómetros por hora; entonces, las imprudencias se multiplican de mala manera para llevar el luto a muchas familias después de haber disfrutado de una feliz estadía en ese litoral de Nagua y Samaná, incluyendo el paradisíaco entorno de Las Terrenas.

Educar y vigilar podrían ser los disuasivos para ver si los conductores aminoran sus pretensiones de ser corredores de carros de carrera, ya que de otra forma no hay posibilidades de control, aun cuando la vigilancia de patrullas motorizadas y controles con  radar, no llenarían las expectativas de prevenir las pérdidas humanas.

Se ha querido satanizar la vía con análisis de personas de buena intención, que sus conocimientos no se han pulido para llegar a nivel de ingenieros viales. Hemos visto las opiniones de muchos atacando duramente el trazado de la vía sin los peraltes de las curvas o la calidad de la construcción, pero soslayan la causa de los accidentes; es la enorme imprudencia de los usuarios, que viendo las frecuentes tragedias, no se detienen e irreflexivamente cometen los mismos excesos de quienes le han precedido y son historias y recuerdos para sus familias.

Con los conductores dominicanos, al frente de volantes de poderosas máquinas de transporte, no se estará seguro que se reducirán los accidentes. Podría ser necesario recurrir a señales visuales impactantes, como poner en exhibición las chatarras de vehículos destruidos por accidentes y ubicarlos en ciertos lugares de la vía, fotos gigantes con escenas macabras de los fallecidos, impactarían a quienes transiten por la vía. De seguro que tales escenas amortiguarían los estándares de velocidad y en consecuencia, la frecuencia de los accidentes.

En el tramo de la vía que atraviesa a Los Haitises, con su desarrollo con curvas constantes en pendientes y sobre ancho en los tramos de subida, los conductores no reducen la velocidad a los límites permitidos. Son muchos los que reciben tremenda sorpresa, cuando al ir a más de 80 kilómetros por hora, se ven deslizándose hacia el paseo lateral y rápidamente deben maniobrar para no perder por completo el control del vehículo. La frecuencia tan alta de las lluvias contribuye a los accidentes, ya que la mayoría de los conductores no aminoran la velocidad.

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