La seducción de un cargo en el gobierno

La seducción de un cargo en el gobierno

La poderosa maquinaria política en que se ha convertido el PLD en los pasados doce años, le ha permitido incorporar una enorme masa humana sedienta para disfrutar de un cheque del Estado que le asegure estabilidad hogareña. Pero al mismo tiempo no se resiste la tentación de que le toque algo de la grasa que se deriva de estar en las cercanías del poder.
Y la masa humana, que conforman todos los comités de base y de simpatizantes del partido del gobierno, obedecen a una consigna que ya nada tiene que ver con las enseñanzas que impartía e insuflaba el profesor Juan Bosch a su selecto grupo de ferverosos seguidores, que en 1974 creyeron en él. Se comenzaron a conformar los cuadros de un pequeño partido marxista disciplinado y hermético. Sus seguidores eran profundos conocedores de todas las doctrinas políticas que entonces se aireaban en el planeta. Ellos rayaban en una obsesiva honestidad.
Con el tiempo se adherían al PLD nuevos personajes de valía y de reconocida dialéctica, aguerridas decisiones y posiciones e iban creciendo con sus modestas participaciones en los mataderos electorales como sus ideólogos habían bautizado las elecciones dominicanas.
En 1996 el PLD logró la consolidación de una maquinaria electoral. Esto fue gracias al respaldo increíble que le proporcionó el doctor Joaquín Balaguer, entonces presidente de la República en un período disminuido a dos años. Desde entonces el PLD se fue labrando su pasión hegemónica en el sistema partidario electoral. Al llegar el 2016 han avasallado a todos los demás partidos y agrupaciones, ya sea comprando sus adhesiones o aplastándolos para marginarlos del poder.
Por la conformación peculiar de los cuadros peledeístas, que desde el 2004 fueron en un aumento abrumador y sin una base doctrinaria como de sus cuadros fundadores, dislocó la doctrina boschista de la disciplina y de la honradez. Desaparecieron los círculos de estudios. Ahora buscaban simpatizantes que luego lograban insertarse en la nómina estatal. El PLD se convirtió en un partido clientelar de masas típico con todos los vicios y grandezas de la sociedad dominicana.
El PLD es ahora una variopinta organización que al decir de Diómedes Núñez Polanco en su artículo del pasado día 5 en estas mismas páginas, está al borde de entrar en su etapa de involución. Está siguiendo el destino de grandes partidos latinoamericanos similares como en Venezuela, Perú, Argentina, Costa Rica, México y otros.
Núñez Polanco plantea su preocupación del que el PLD involucione. Él contribuye al conocimiento de la historia política narrando brevemente el destino de importantes partidos políticos de América. Son partidos que ya son historia por el sendero clientelar de la política hemisférica, pero en su momento fueron esenciales y protagónicos participantes en la democratización de sus países. Tal es el caso del APRA en Perú con el vía crucis increíble de su líder Víctor Raúl Haya de la Torre.
También Núñez plasma los derroteros de sus involuciones de los adecos en Venezuela junto con Copey, otros partidos como el justicialista de Perón en Argentina y el de Figueres en Costa Rica, y concluye con el más duradero que lo es el PRI de México. Todos, desde que se convirtieron en maquinarias clientelares y refugio de tránsfugas para distribuirse el botín de los recursos del Estado, marcaron su rumbo para dejar de ser fábrica de presidentes. Pasaron a ser parte de la historia política contemporánea .
El PLD está en el derrotero de su involución. Desprecian, por el goce de una funda de dinero, los principios que le dieron forma hace 40 años, basado en un marxismo humano y más caribeño para atraer a una ciudadanía desolada sin orientación. Se buscaba una guía que fuera la asistencia real a sus comunidades en defensa del derecho a la vida y a la libertad.
Pero la seducción presupuestaria, que le han inculcado los estrategas e ideólogos peledeístas a sus masas y grupos afines con la meta electoral, ha dislocado todo lo bueno que pudo tener ese marxismo peledeísta caribeño. Y es que se convirtió en una maquinaria clientelar para poder repartir el botín del Estado entre los que lo apoyan devotamente.
La formación de esa maquinaria clientelar también ocurre con casi todos los medios de comunicación y sus mentes pensantes de opinión y de información. De repente se ven comunicadores nadando en la opulencia que tan solo hace pocos meses daban lástima mendigando una iguala, un anuncio, o un trago en una de las peñas de los intelectuales gobiernistas.

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