La Segunda República de fin de siglo: liberalismo y entreguismo

La Segunda República de fin de siglo: liberalismo y entreguismo

La independencia dominicana se restauró nuevamente en 1865, después de una guerra cruenta contra España, gracias al valor y decisión de los patriotas campesinos, comerciantes e intelectuales nacionalistas que lucharon en condiciones muy desventajosas, utilizando la táctica de guerrillas.

A partir de entonces, se disputaron el poder dos tendencias bien definidas: de una parte los comerciantes importantes de las ciudades, tanto criollos como extranjeros, junto a la vieja guardia de hateros que dirigieron la guerra separatista, casi todos ellos pro-colonialistas,  y por otra la nueva generación de la Restauración, respaldada por el campesinado y los intelectuales que seguían una línea nacionalista y liberal.

Lo más destacable de ese período es la paradoja de que mientras el heroísmo dominicano y la táctica de guerra de guerrillas iniciadas por Mella auspiciaron los movimientos de independencia de Cuba y Puerto Rico; aquí se produjo poco después un movimiento que en pocos días produce el retorno de Buenaventura Báez al poder; y apenas cuatro años después, ese personaje funesto concertaba otra anexión, esta vez a Estados Unidos, con la intermediación de los conocidos aventureros norteamericanos Fabens, Cazneau, Babcock y el propio hijo del Secretario de Estado Seward, quienes se tenían repartidas la riquezas del país en caso de ésta llevarse a cabo, lo que fue evitado solo gracias a la perseverancia patriótica de Luperón y Cabral, que generaron su rechazo en el Senado norteamericano, con la participación del senador Charles Summer.

Desgraciadamente, el caudillismo local y regional que generó la guerra de guerrillas, en una comunidad  casi ignara como la nuestra, hizo derivar a la sociedad en una lucha entre caudillos liberales y anexionistas, la  depauperación del Estado y la progresiva penetración político-económica de Norteamérica.  Todavía en 1878 Báez regresó brevemente al poder, pero ya sin tiempo ni recursos para intentar la anexión.

En 1879, gracias al movimiento revolucionario dirigido desde Puerto Plata por Luperón, quien estableció una política encaminada a desarrollar la República dentro del marco de la democracia liberal de la época, que pretendía, el fortalecimiento de las instituciones y de grupos de burguesía destinados a ser la clase gobernante del país, el cual produjo varios regímenes que concluyeron con la instauración de la tiranía del general Ulises Heureaux (Lilís), quien gobernó con mano férrea hasta que murió víctima de un atentado el 26 de julio de 1899.

Heureaux, quien  desde joven militó  junto a Luperón en el partido liberal, para eternizarse en el poder sin la tutela de Luperón y su partido, atrajo líderes prestigiosos de las diferentes regiones del país y otros partidos.

Con ese apoyo político y el que le ofrecieron los norteamericanos por favorecer sus intereses, el dictador se arraigó en el poder, desde donde fomentó la corrupción y el desorden administrativo, concertó numerosos empréstitos que despilfarró y repartió entre sus colaboradores. A la postre, la nación quedó completamente arruinada, víctima del agio y la inflación; y la deuda exterior fue el instrumento que utilizaron el Gobierno y las compañías norteamericanas para completar su control económico, y luego militar, sobre nuestro país.

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