La seguridad es una prioridad…

La seguridad es una prioridad…

Por definición, el orden público y la seguridad ciudadanas, que son coincidentes, constituyen una prioridad en todo Estado moderno.

Desde sus más remotos orígenes tribales, las familias han tenido como principio fundamental, junto a la alimentación y la vivienda, el disfrutar de un orden dentro del cual la vida social esté garantizada.

Por eso, disfrutar de la paz y la seguridad, a veces incluso a costa de cierto grado de restricción de otras libertades, es un anhelo común, no solo de los dominicanos, sino de los habitantes de todos los países de la tierra.

Pero al mismo tiempo hay que señalar que salvo en los casos extremos de los totalitarismos radicales, de extrema izquierda o de extrema derecha, ningún Gobierno que se precie de democrático puede por sí solo el garantizar el orden y la seguridad de manera absoluta, y que la colaboración ciudadana es fundamental en la consecución de ese objetivo.

Planteadas así las cosas, hay que convenir en que los gobiernos del Presidente Leonel Fernández, desde su primer período constitucional, entre el 1996 y el 2000, han tenido entre sus prioridades el garantizar el orden y la paz pública, como lo demuestra su programa Barrio Seguro.

Y aunque el objetivo no ha podido conseguirse totalmente, la Policía Nacional, como institución encargada de velar por la tranquilidad colectiva, ha hecho cuanto ha estado a su alcance, y dentro de sus posibilidades y recursos humanos y materiales.

Pero es evidente que en la medida que las naciones se desarrollan, a todos los niveles, la delincuencia no se queda atrás, y desarrolla nuevos métodos de violación de las leyes.

Ahora mismo, a nivel mundial, el problema del narcotráfico es uno de los mayores retos que enfrentan las agencias de seguridad de los Estados, para frenar la criminalidad que se mueve en torno a los cientos de miles de millones de dólares que  produce esa actividad criminal, situación de la que vemos un reflejo en el diario acontecer del pueblo dominicano.

Por eso tiene toda la razón el mayor general José A. Polanco, jefe de la Policía Nacional, en abogar por una radical transformación de esa institución, para poder combatir con éxito el flagelo de la delincuencia común, que cada día se torna más sofisticada, mientras sus tentáculos se mueven más allá de nuestras fronteras, pero si la colaboración decidida de todo los ciudadanos, alcanzar  ese objetivo será ilusorio.

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