La Seguridad Social como obra de todos

La Seguridad Social como obra de todos

Los regímenes de cobertura de salud y pensionistas distan mucho, y por ello procede reformarlos, de dar respuestas satisfactorias a las necesidades y urgencias de los asegurados y ahorristas, en derecho a la asistencia médica de calidad y a condiciones de manutención dignas tras pasar a retiro.

En lo esencial lo que existe actualmente, bajo fórmula de corresponsabilidad público-privada, puede mejorarse y avanzar en esa dirección conlleva retos a todos los componentes: los afiliados, empleadores, prestadores de atenciones sanitarias y administradores de fondos que deben escalar a mayores rendimientos como instrumentos financieros y contribuir al desarrollo con diversificación de cartera.

A los seguros se les exige pero no se les da más, y el crecimiento de la informalidad en la economía priva a la Seguridad Social de una relación productiva con la mayor parte de los trabajadores en el aspecto solidario. La evasión y la elusión desde la parte formal y regulada del empresariado restan suficiencia también.

Desde allí está disminuido el acopio de los recursos que corresponden al ideal de que todas las fuentes de riquezas e ingresos laborales alimenten las cuentas que deben sufragar atención a los enfermos y y hacer posible elevar los montos de las pensiones a futuro.

La población económicamente activa deberá aportar más, incluyendo a empleadores, para que una reingeniería cree mayores obligaciones a los entes aseguradores, contra los que debería existir severa capacidad de sanción desde el liderazgo gubernamental del sistema y hasta por vías judiciales para reclamar derechos cuando se falla a la sociedad. Ninguna ubre puede dar más leche de la que permiten los insumos que recibe.

A lo que no se debería jugar es a un regreso a gestiones administrativas exclusivas por el Estado que con tantos bienes públicos acabaron en el pasado esfumando propiedades azucareras, hundiendo el sistema eléctrico, desmantelando una línea aérea, vandalizando patrimonios industriales del pueblo dominicano y propinando un réquiem al primer seguro social de la historia: el IDSS. La optimización del sistema reclama más fondos para sustentar servicios y estrictos límites a la rentabilidad de las partes privadas.

La Seguridad Social marchará según marchen los que la sustentan

Está subordinada a unas vías de ingresos que funcionan mal

La “eficiencia” privada debería traducirse en mejores servicios

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