“Descubrir la energía interior y entregarla para renovar el mundo; he aquí el altruismo”.
Rafael Barret
Ufffff ¡Que semana tan agitada! Luego de terremotos, súper tormentas y huracanes, la calma va retornando para que podamos ver las lecciones escondidas en lo vivido. Aunque la mayoría podemos darnos cuenta del modo en que el clima afecta nuestro humor emocional, son pocos los que reconocen que sus humores también tienen un efecto sobre el clima. ¿Te parece increíble? Aunque para muchos esta idea puede parecer confusa, la verdad es que ninguno de nosotros es víctima de los llamados “desastres naturales”.
El psicólogo Carl Jung dijo: “El péndulo de la mente se alterna entre el sentido y el sinsentido, no entre el bien y el mal”. En el nivel exclusivamente material puede parecer que los fenómenos naturales que se desataron en la pasada semana fueron “malos”, pero cuando ampliamos la mirada podemos entender que todos los eventos que ocurren en nuestras vidas, forman parte de un guión original ¡escrito por nosotros! Nada de lo que nos pasa viene de afuera, todo lo que vivimos ha sido creado adentro y proyectado en nuestras experiencias. La tarea es encontrar el sentido.
A lo largo de la historia, el ser humano ha caído en procesos de separación que justifican la superioridad. La «Ley de los Pobres», practicada en la Inglaterra del siglo XVI, marcaba a los vagabundos con la letra «V», y los asignaba como esclavos a quienes pudieran mantenerlos con pan, agua y sobras de carne. Si intentaban escapar en el primer año de cautiverio, eran condenados a la esclavitud de por vida y si escapaban nuevamente se les podía matar sin consecuencias, como si fueran criminales.
Periódicamente, grandes sucesos nos hacen recordar que somos más parecidos que diferentes, tal como expresó el filósofo griego Platón, maestro de Aristóteles, en el año 387 cuando dijo: “No hay un solo rey que no descienda de un esclavo, ni un esclavo que no haya tenido reyes en su familia”. Las tragedias nos igualan. Los refugios acogen por igual a los que viven en casas modestas y a los que habitan lujosos penthouses.
¿Y qué si entre todos “creamos” fenómenos como el huracán Harvey, el huracán Irma o el terremoto que atacó el sur de México para despertar nuestro altruismo dormido? La etimología del término altruismo la encontramos en Francia, cuando el filósofo francés Auguste Comte, padre de la Sociología y del Positivismo, acuñó en 1854 la palabra «altruisme», que viene del francés antiguo “altrui” que significa “de los otros”, y procede a su vez del latín “alter”. El vocablo se usa para describir el comportamiento que aumenta las probabilidades de supervivencia de otros, a costa de una reducción de las propias.
El profesor de psicología Mihály Csíkszentmihályi, quien fue jefe del departamento de psicología en la Universidad de Chicago y del departamento de sociología y antropología en la Universidad Lake Forest dijo: “En todo período histórico han habido personas que se han preocupado de algo más que de su propio beneficio, que se han sentido realizados dedicándose a la mejora del bien común, la lucha entre el egoísmo y el altruismo en la historia se ha manifestado como los períodos de luz y de sombra en una tarde de verano”.
En el año 604 a. C, el sabio Lao Tsé hablaba del poder del agua y decía que aunque es la cosa más suave, aún así puede penetrar montañas, mostrando claramente el principio de que la suavidad supera la dureza. El altruismo o amor y preocupación por los demás, se asocia a la empatía que inspira a las personas a ayudarse entre sí desinteresadamente. La biología evolutiva y la etología sostienen que el altruismo es un patrón de comportamiento animal, que en caso de peligro lleva a un ejemplar a poner en riesgo su propia vida, para proteger y beneficiar a otros miembros de su especie, en franca solidaridad. ¿No fue eso lo que vivimos la semana pasada?
El orador motivacional estadounidense Tony Robbins, reconocido como el formador motivacional #1 en el mundo dijo: “Cuando eres agradecido, el miedo desaparece y la abundancia aparece”. Una de las evidencias de abundancia que más aprecio de las lecciones aprendidas en estos días, es la cantidad de mensajes de curas, predicadores, ministros, y creyentes “a rajatabla” que suavizaron posturas, para motivar una mirada amorosa al viento, al agua y a la tierra. En los últimos días, he leído maravillosas oraciones a la naturaleza, muy parecidas a los hermosos rezos de los nativos americanos cuya cosmovisión admiro y sigo.
Soy Católica de formación y Cristiana de corazón, sin embargo, no puedo dejar de admirar el amor a la naturaleza que profesan los pueblos originarios y el profundo respeto que muestran a las diversas formas de vida. Mew-hew-she-kaw (Nube Blanca) perteneció a los iowa de la tribu amerindia siouan (grupo hoka-sioux), que se llaman “Bah-kho-je” o “caras empolvadas”. Al igual que en otras religiones, el pueblo indio en el que creció Nube Blanca poseía unos mandamientos, que regían todos los actos de su vida.
Aún así, el hombre blanco quería que los nativos americanos adoptaran “sus” mandamientos. Nube Blanca dijo: «Tus mandamientos religiosos fueron escritos en tablas de piedra por el dedo flameante de un Dios enfadado. Nuestra religión fue establecida por las tradiciones de nuestros ancestros, y los sueños que les fueron dados a nuestros mayores durante las horas de silencio nocturno por el Gran Espíritu y las premoniciones de los sabios escritas en el corazón de todos los hombres.
No necesitamos iglesias, porque todo lo que se discuta sobre Dios no nos interesa. Muchas cosas se pueden discutir sobre el hombre, pero nunca sobre Dios. El hombre blanco pensó regular la naturaleza y cambiarla según sus ideas. Esta idea nunca fue comprendida por el piel roja. Nosotros creemos que el Gran Espíritu ha creado todas las cosas. No sólo la humanidad, sino también los animales, las plantas y las rocas. Todo en la tierra y entre las estrellas tiene alma verdadera y toda vida es sagrada.
Pero tú no comprendes nuestras oraciones cuando se dirigen al sol, la luna y el viento. Nos has juzgado sin comprendernos. Sólo porque nuestras oraciones son diferentes. Pero somos capaces de vivir en armonía con toda la naturaleza. Toda la naturaleza está dentro de nosotros y nosotros somos parte de la naturaleza».
¿No te parece que esta semana muchos comprendimos -y vivimos- que debemos reconciliarnos con la naturaleza?