La Sentencia

La Sentencia

La lectura perfecta de la sentencia TSE-012-2019 traspasa las fronteras de lo jurídico porque sirve de material por excelencia para entender los límites de un ejercicio partidario desdeñoso del respeto a las normas democráticas. En esencia, la cultura política propia del liderazgo tradicional asumió la vida de las organizaciones desde una óptica personal donde el caudillo disponía del ritmo institucional para servirse con la cuchara grande.
De lo que no se han dado cuenta, es que en la medida que existe un nuevo ordenamiento electoral las reglas deben ser respetadas. Básicamente, ante la innegable postura de dirigentes y simpatizantes que sienten en carne propia los excesos y abusos del cuerpo directivo que utiliza la plataforma partidaria para distribuir gracias y penalizar lo que no se torna empático con la voluntad de los amos organizacionales. Uno de los síndromes malditos de la práctica partidaria consiste en personalizar la conducción de los mecanismos llamados a trabajar para todos que, casi siempre, terminan sirviéndole al candidato presidencial o jefe de la maquinaria porque es el “garante” de retribuir espacios de poder cuando la fuerza de los votos conduzcan a la victoria electoral.
El Tribunal Superior Electoral, presidido por el Magistrado Román Jáquez, tiene como tarea esencial desmontar el trágico desempeño de la anterior gestión que actuó de conculcador de derechos fundamentales, ambientando sentencias pautadas por el vulgar interés político. Por eso, su altísima carga de desprestigio e impugnación que, en principio, condujo a una interpretación prejuiciada sobre el desempeño del nuevo equipo de hombres y mujeres. Aunque, existen huellas del pasado dentro del actual equipo, no hay dudas que los titulares Sosa y Peralta colocan en el justo punto de la racionalidad actuaciones donde el derecho se impone sobre la politiquería.
Conozco al detalle las visitas, sugerencias y hasta intentos desenfrenados de transformar la sentencia que ratifica la TSE-002-2018. Inclusive, actores de primera línea que, en interés de desviar el curso de la decisión, pretendieron hacer el conflicto jurídico materia prima de las disputas oficiales alrededor de Danilo Medina y Leonel Fernández.
El problema esencial del sector de Vargas Maldonado es que insiste en que la fuerza de las piruetas y amarres siempre terminan triunfante. Y no es verdad, porque los esfuerzos institucionales y la toma de conciencia en la ciudadanía crecen de manera exponencial provocando un acorralamiento importante sobre gente capaz de eternizar el criterio de que el dinero, las conexiones y maniobras truculentas se tornan invisibles. Ya la potencialidad de las mañas no es tal, y cada día se reducirán sus espacios por la madurez de la sociedad. ¡Una excelente señal!
Estoy claro en las razones de la resistencia a un verdadero proceso de competencia en el PRD. De hecho, la sentencia del TSE se cabildeó de todas las maneras posibles porque permanecer con el anterior estatus representa la orquestación de un negocio político inspirado en la noción de reparto, acumulación y hegemonía de un exponente con claros criterios comerciales sobre la actividad partidaria. Afortunadamente, llegó la decisión que podrán recurrirla sin olvidar que las sentencias del orden electoral son de cumplimiento inmediato. Claro está, intentarán de todo, hasta estimular campañas rastreras contra los magistrados que ratificaron la decisión de marzo/2018.

No tengo dudas de que el impulso institucional establecido mediante sentencia por el TSE restringe sustancialmente la operatividad comercial y profundamente dañina de un PRD que se asoció a la lógica de un partido chiquito para grandes negocios. Y la sentencia abrió las compuertas para ponerle punto final a la era de Miguel Vargas Maldonado.

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