La Silla de Iván Tovar

La Silla de Iván Tovar

La Silla Adulta – que fue primero en francés “La chaise adulte”– no está en sus inicios. Su vigencia especial empezó desde que la expusieron por primera vez, en 1969. Las obras presentadas se vendieron todas, y de las 27, solamente una se quedó porque Iván Tovar la quiso conservar.

La silla se perfilaba ya como una alegoría: el fin de la gran pobreza y el despunte de una mejor vida, sobre todo de un mejor taller.

¿Era una premonición? Casi lo pensamos.

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Cincuenta y cinco años después, se ha convertido en una escultura monumental, expuesta en Nueva York y en el emblemático Times Square, que por cierto tuvo una historia dinámica… Ahora bien, La Silla Adulta igualmente tuvo su historia. Primero pintura, Iván Tovar le comunicó tres dimensiones, y esta misma escultura pasó por dos tamaños y etapas, determinadas por su autor, la última en el 2013.

No nos parece una casualidad: más que cualquier otra obra, tuvo un carácter simbólico, y por cierto es única en la creación del artista. Finalmente, este año, la más importante fundición de Barcelona la llevó a una escala monumental, según el dictamen de la familia de Iván – dueña de la propiedad intelectual e imagen-, y de la Fundación Iván Tovar.

Ver, observar, disfrutar tal metamorfosis y obra fabulosa en la primera ciudad del mundo, ha sido un privilegio.

Miradas y retratos

Queremos hacer una primera observación. Si hay opiniones según las cuales la Silla hubiera debido interpretarse en un color cobrizo, por ejemplo, no nos parece justo. Por el contrario, la silla, que mide más de cuatro metros en altura, se ha realizado en acero inoxidable, y es exactamente del mismo tono que la silla en la pintura original.

Lo consideramos perfecto. Ahora bien, la superficie del metal está un poco accidentada, como si hubiera a veces rasguños… Estas marcas no cabían si se quería reproducir la materia lisa y refinada, que además identifica una factura rigurosa siempre. Ahora bien, tal vez se quiso reflejar el paso del tiempo, o fue decisión de la propia fundición catalana. Tampoco sabemos cuál hubiera sido el parecer de Iván.
Muchísima gente camina por los lados o delante de la Silla, ¡calculan en cientos de miles los que pasan diariamente en Times Square! La mayoría de los transeúntes no percibe el impacto y la belleza de la pieza como obra de arte. Lo lamentamos: yo misma he dado una información a dos personas curiosas y obviamente interesadas, acercándome a ellas.

Muy probablemente, la municipalidad y/o la Times Square Alliance no permitían datos informativos en indicadores o tableros, aun mínimos. El título y la mención del autor, pequeñitos, encolados en el soporte, no bastan para quien no conoce el arte de Tovar. Es una lástima, en presencia de una obra formidable, que llama la atención y de manera excepcional proyecta la plástica dominicana.

Felizmente la pasión del retrato se manifiesta con el celular. Hasta desafiando la lluvia, no eran pocos los que fotografiaban la Silla o algún acompañante que posaba complacido delante…

Obviamente, la Silla causa admiración y sorpresa: no faltaba quien se quería subir, hasta sentarse pese a la altura. ¡El ágil atrevido se movía entonces, buscando el ojo de la cámara!

Varias semanas más

La Silla adulta permanecerá expuesta durante varias semanas más. Miles de dominicanos podrán llegar y divertirse aun por una realización artística espectacular. Nos consta que, cuando se inauguró, la asistencia dominicana fue impresionante.

Por otra parte, tal vez haya visitas guiadas de escolares y estudiantes, y ojalá tanto la Casa de Cultura Dominicana como organismos administrativos nuestros en Nueva York puedan aportar su contribución para que dominicanos y caribeños se enorgullezcan de una iniciativa, jamás emprendida antes. Acudirán numerosos artistas dominicanos que residen allí, viniendo con sus colegas. Tampoco descartamos el interés de expertos norteamericanos en el arte nuestro, docentes universitarios. ¡Iván Tovar, considerado como un Surrealista cimero independiente, atrae más que el Centenario del Manifiesto del Surrealismo por André Breton!

Luego, el gran arte es parte de la cultura popular, e Iván Tovar creía en ella. Y que no nos equivoquemos, el erotismo de la Silla, discreto en comparación de las actuales provocaciones, fortalece su atractivo.