Los dueños de universidades que hoy nos gobiernan, si que han defraudado a esta población en términos de políticas públicas educativas.
Empecemos por reconocer que la pedagogía no es cualquier cosa, el proceso de desarrollo de los individuos cuenta con siglos de estudios, investigaciones y observaciones, lo cual, no es novedad para quienes se dedican a la educación, lo doloroso es ver cómo lo pasan por alto.
Reflexionemos en que, desde que entramos a pre-escolar, estamos recibiendo clases de matemáticas y lengua española, empezamos a contar cosas y a ampliar nuestro vocabulario, identificamos los objetos mediante imágenes y cada día aprendemos un grupo de palabras (la familia, las frutas, los animales, las verduras, etc.)
Siempre habrá estudiantes que aprendan en ritmos diferentes, pero, el contenido debe de ser apropiado para cada grado, tomando en cuenta el rango de edad, que se supone, debe de tener quien lo está cursando.
Puede leer: Entre el bien y el mal, sin tener nada que mostrar
Por otro lado, la labor del curriculista es muy minuciosa; en mi paso por el MINERD cuando dejamos implementada la Robótica Educativa, como novedad e impronta en el sistema público dominicano, recuerdo, que en las reuniones con docentes del área curricular, quienes nos validaban la integración del material en la práctica docente de las áreas de matemáticas y ciencias de la naturaleza, se hacían precisiones como estas: “un niño o niña de 3ro de primaria no necesita saber lo que es un engrane o una polea, solo de manera práctica arma las piezas y se da cuenta de que se mueven”, y es así, más adelante descubren y aprenden con más detalles las funciones y todo lo que implica respecto al conocimiento de la Física y la Geometría los modelos robóticos que se complejizan más en el segundo ciclo de Primaria y en Secundaria.
Igual que como hacía Piaget, de curiosa, experimentaba el comportamiento de mis hijos con juegos científicos, y observaba que el menor, que tiene 6 años menos que su hermano, identificaba las placas metálicas de uno de los juegos por el color, sin embargo, ya el mayor sabía que se trataba de cobre y zinc, pero de todos modos, ambos conseguían el final esperado y se colaboraban entre sí.
Explico esto porque he visto algunas personas no comprender la gravedad del tema cuando se denuncia que los contenidos de los libros educativos, motivo de la ineficiencia de la gestión actual, no son apropiados según el nivel y grado educativo que cursa el estudiantado, además, obviamente, de las faltas ortográficas que tienen.
En los libros de texto, todo se toma en cuenta, desde la cantidad de imágenes vs palabras, los mapas con todas las señalizaciones, hasta los ejemplos con estereotipos (raciales, sociales, económicos, etc.), en fin, se trata de un trabajo donde no se escatiman esfuerzos, ni se violentan reglas que han funcionado, aunque siempre es posible experimentar mejoras, como todo en la vida.
Que indolencia y que exceso de soberbia de estos “intelectuales” que no han podido dar la talla para dirigir la educación dominicana, haciendo uso del descarte atropellante que resulta cuando nos falta humildad y sensatez para dirigir desde la razón y no con actitud de superioridad.
Es penoso que tanto esfuerzo colectivo, este Gobierno, con su interés de borrar lo recorrido por administraciones pasadas, no ha sabido capitalizarlo y seguirlo fortaleciendo, como se comprometieron en el Pacto Educativo firmado en el 2014.
Ya nos habíamos percatado antes, de que estos dueños de universidades que nos gobiernan, carecían de la sensibilidad para hacer políticas públicas adecuadas, cuando decidieron ir en contra de la Normativa 09-15 aprobada por el Consejo Nacional de Educación y el Consejo del MESCyT sobre el perfil del nuevo docente. La idea era fortalecer los conocimientos en las áreas curriculares en la que se se especializaría cada ingresado a la carrera educativa, según su elección, e invertir en especialistas, incluso, con ayuda de extranjeros contratados por un tiempo, donde el Estado contribuiría con una gran parte de los recursos económicos.
Cuando se habla de mejoras profundas y necesarias, tanto el sector público como el privado debe de poner de su parte, sin embargo, este grupo parece no tener sentido de responsabilidad social al respecto.
Hoy vemos el escándalo de los libros de textos, que el ministro Ángel Hernández quiere torear como si no fuese gran cosa, además, explicando a la sociedad, que es prácticamente un favor que nos está haciendo dirigiendo esa cartera, en vista de lo próspero que era su vida profesional en la educación universitaria privada. ¡Gran Vaina!