La sobreprotección: ¿cuándo parar?

La sobreprotección: ¿cuándo parar?

La línea que separa la sobreprotección y una sana crianza es más fina de lo que pensamos o al menos eso fue lo que descubrimos al entrevistar al psicólogo y terapeuta familiar José Dunker.

Vivimos en una sociedad en el que la sobreprotección no es considerada un mal tan grave. De hecho, parece ser una práctica atractiva, propia de los padres que “realmente” se preocupan por sus hijos. Sin embargo, los excesos nunca son buenos; y, en este caso, las consecuencias son más graves de lo que suponemos.

Patrón cultural. Es un hecho que en algunas culturas se protege más que otras. Para Dunker la nuestra es una de ellas, y el estado represivo que se vivió dentro de la dictadura trujillista es una pieza a considerar para explicar el porqué los padres y madres dominicanos tienden a la sobreprotección, cuadro que ve constantemente en sus consultas.

“Las sociedades desarrolladas no sobreprotegen a los niños; en Europa cuando un hijo cumple 18 años se muda aparte… aquí una mamá no se puede imaginar eso… esas sociedades crían a los hijos para la autosuficiencia; aquí los criamos para la dependencia y no los soltamos ni siquiera después que se casan”, argumenta.
Esto conduce a una serie de problemas que pueden arruinar el nuevo matrimonio por la injerencia de los padres (el conocido episodio de la “suegra metiche”); o al “síndrome del nido vacío”, que se refiere al hecho de que cuando los hijos dejan la casa paterna los padres ya no saben cómo vivir sin ellos.

Factores claves. Ahora bien, ¿cómo detectar a tiempo si estoy sobreprotegiendo a mis hijos, y qué otras consecuencias puede provocar esta errónea conducta parental?
“Durante el primer año del niño la sobreprotección es normal. Pero después que el niño camina, el papel correcto de los padres es ir apoderando al niño poco a poco de sí mismo, hasta la adultez, cuando tienen que soltarlo a su propia suerte. Esa es la crianza saludable”, explica Dunker.

Algunos factores claves que señala son los siguientes: que aprendan a dormir en su propia cama y a comer solos, alrededor del año; que cumplidos los tres sean capaces de asearse y vestirse por sí mismos y que al llegar al primer curso aprendan a hacer sus tareas escolares con responsabilidad.

Contrario a lo que hemos escuchado de los educadores por años, Dunker sostiene que los padres no deben siquiera corregir las tareas a sus hijos: “A los 6 años los niños tienen que ser capaces de hacer sus tareas ellos solos, sin ayuda… debe bastarles la instrucción del maestro en la escuela, y en cuanto a papá y mamá, el papel que tienen es del de animarles, levantarles la moral, pero no hacerles la tarea… Un hijo que va a ser autosuficiente aprende a hacer su tarea solo. Mamá no tiene que ser una maestra que le repasa todo, eso crea dependencia”, expresa el especialista.

Matrimonios desequilibrados. Una de las causas principales que llevan a la sobreprotección es cuando el matrimonio pierde el equilibrio.

El especialista y autor del libro “Cómo criar bien los hijos sin destruir el matrimonio”, explica que recuperarlo es la garantía de que los niños crecerán sanamente: “La clave está en mantener una relación de pareja de calidad, eso significa tener una habitación exclusiva, espacios para salir solos, que no suspendan el romance cuando los hijos llegan, repetir la luna de miel algunas veces”.

“Los terapeutas familiares hemos descubierto que cuando papá y mamá tienen ese tipo de relación a los hijos les va mejor en la escuela, se enferman menos, tienen menos problemas de conductas inadaptadas, y cuando se casan tienen un buen matrimonio; de modo que el preventivo para asegurarte de no caer en la sobreprotección es tener una cálida relación de pareja”, asegura.

De acuerdo a la experiencia de Dunker, los niños sobreprotegidos son los que presentan más accidentes trágicos. Por otro parte, la mayoría de los adictos fueron sobreprotegidos por sus padres: “Cuando tú le das demasiadas atenciones a un hijo, le creas la necesidad de recibir atención y lo conviertes en un buscador de satisfacciones.

Son niños simpáticos, agradables, pero cuando llegan a la adolescencia acortan la vida de sus padres porque tienen una vida tan descontrolada, que mamá comienza a morirse”, dice con gravedad.

Así, la sobreprotección no es saludable, ni mucho menos inocente. Aunque los padres solo busquen evitar sufrimientos presentes a sus hijos, esta práctica puede dejarles desarmados e indefensos para el mañana. “Cuando crías a un hijo sobreprotegido tú lo preparas para sufrir en la vida, y para hacer sufrir a los demás”, concluye.

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