La sociedad no es «socia» del medio ambiente

La sociedad no es «socia» del medio ambiente

POR DOMINGO ABRÉU COLLADO
Un artículo publicado en la revista «Humboldt» en 1986, de la autoría de Stefan Breuer, cobra toda su vigencia 18 años después, en días en que hablar en los términos que lo hicieron Breuer y Niklas Luhmann nos ha ido ganando el mote de «ecoterroristas».

Niklas Luhmann escribió un libro titulado «Comunicación ecológica: ¿Puede la sociedad moderna adoptar una actitud adecuada ante los peligros que amenazan a la ecología?», y sobre las opiniones de Luhmann, Breuer vierte otras que ponen los pelos de punta al contemplar el «desarrollo» que se va comiendo los espacios naturales.

Según Breuer, «La sociedad, en cuanto sistema autopoyético (autoconstructiva), es, a un mismo tiempo, abierta y cerrada. Es abierta porque su autorreproducción puede consumarla tan sólo en un medio ambiente, en la diferencia respecto de un medio ambiente. Y es cerrada porque su modo de proceder no lo toma del medio ambiente sino de sí misma. De ello resulta la idea, fundamental para la continuidad de las reflexiones, de que la sociedad, de un lado, puede ser mantenida y perturbada por su medio ambiente, y, de otro lado, empero, tampoco está obligada a adaptarse punto por punto almedio ambiente, dado que ella procede con arreglo a indicadores internos. No la adaptación, sino la «autopoyesis», es el principio de la evolución social, con lo que se da simultáneamente la posibilidad de la no adaptación transitoria, e incluso de la autodestrucción del sistema social.»

Esas ideas nos llevan a las opiniones sociológicas sobre el hecho de que las sociedades y los sistemas políticos traen en su propio interior el germen de su destrucción, y ello ha ocurrido con cada sistema social que ha visto la humanidad. Sin embargo, el ver esa destrucción asociada a la destrucción del medio ambiente no había sido traída a discusión hasta la publicación de Luhmann.

Y es que -como hemos escrito anteriormente- todas las sociedades y sus economías necesitaron el medio ambiente y sus recursos: bosques, ríos, tierras, minerales y gente, para poder desarrollarse. Pero en tanto se desarrollaban no reponían lo que iban destruyendo. En tanto, se hacían más voraces, pues la sociedad que sustituía a la anterior necesitaba cada vez más recursos para su desarrollo y crecimiento.

Es decir, la cantidad de recursos que consumió la sociedad feudal durante unos 700 años -utilizando principalmente la tierra alrededor de castillos y burgos-, los consumió la sociedad esclavista en menos de 200 años, y sin reponerlos. Esa misma cantidad de recursos los consume actualmente la sociedad moderna en veinte o treinta años. Esa proyección nos sugiere que la sociedad que despierta en el siglo 21 podría engullir las mismas cantidades de recursos en unos 10 años.

Un ejemplo de eso son -en la República Dominicana- los proyectos turísticos que devastan enormes cantidades de terrenos de bosques sin propuestas de reposición, aparte de echar a perder recursos de agua que muy pronto vamos a necesitar como consecuencia del crecimiento poblacional.

LOS CÓDIGOS DE LA ECONOMÍA

Según Stefan Breuer, «La sociedad moderna ha delegado las funciones más importantes en sistemas parciales altamente especializados que obedecen, en cada caso, a programaciones y «códigos» con sistema específicos. Es cierto que, de tal modo, esa sociedad ha creado la posibilidad de captar y elaborar problemas, tanto del entorno intrasocial como del extrasocial; pero dicha posibilidad, al propio tiempo, se halla restringida por la especialización funcional. Por ejemplo, el sistema económico, que está determinado primariamente por el código tener/no tener, y secundariamente por el código pagar/no pagar, es capaz de acometer problemas del medio ambiente sólo en la medida en que esos problemas pueden ser expresados en el lenguaje de los precios; pero los precios pueden ser indicadores totalmente falaces, porque, en ocasiones, derivan de escaseces verdaderas o simulan escaseces donde no las hay.

«El sistema político, cuyo código consiste en estar en posesión/no estar en posesión de cargos, se halla limitado tanto por la articulación territorial-estatal como por el frecuente cambio de preferencias en la opinión pública; en la medida en que ese sistema aporta dinero para la superación de problemas medioambientales, priva de tales recursos a otros sistemas parciales y, con ello, pone virtualmente en peligro su capacidad de reproducción. Parecidas barreras pone de relieve Luhmann para el caso de los sistemas jurídico, científico, religioso y educativo».

Es decir -hablando en dominicano-, los esfuerzos que puedan verse por mejorar (o proteger) el medio ambiente se ven frustrados cuando otros sectores de poder se ven afectados en su «desarrollo». Dos ejemplos de esa situación se aprecian en la decisión reciente de la Suprema Corte de Justicia contra el sistema de Areas Protegidas, y la actitud de la Secretaría de Estado de Turismo estimulando la ocupación de zonas vírgenes; ambas actitudes en contra de la decisión de la Secretaría de Medio Ambiente por conservar esas áreas. En estos caso se aprecia la intención de una parte del sistema económico por crecer en base a la destrucción de los recursos que le dieron origen a los capitales que hoy representan. La desaparición de esos recursos constituye el germen de la autodestrucción del sistema económico sobre el que se erige esta sociedad.

LOS «HORIZONTES» PROMETIDOS

Normalmente los políticos se refieren a horizontes de bonanza y progreso para el país siempre y cuando se les vote en las elecciones de turno. Para los sistemas económicos el término «horizonte» tiene otra connotación. En estos sistemas se habla de «horizontes de posibilidades» para referirse a las alternativas a explotar.

La sociedad moderna ha sentado unas supuestas bases para la ampliación de su «horizonte de posibilidades» económicas. En la República Dominicana este «horizonte de posibilidades» se ha proyectado desde hace algunos años a partir de los préstamos multimillonarios y la utilización de recursos naturales en buena parte irrecuperables.

En relación con ese tema, tanto Stefan Breuer como Niklas Luhmann coinciden en que «con ello, quedará también la posibilidad de que el sistema actúe de tal manera sobre su medio ambiente que más tarde no pueda ya existir (el sistema) en ese medio ambiente. La evolución -escribe Luhmann-, vista a largo plazo, cuida de que se produzcan «equilibrios ecológicos». Pero esto no significa otra cosa que la eliminación de sistemas que siguen una tendencia de auto-amenaza ecológica».

Por otro lado, Breuer señala que «con la tendencia a la auto-amenaza ecológica se producen oscilaciones, no sólo en los sistemas de interacción que se forman en la sociedad: familias, comunidades locales, movimientos sociales. La forma de comunicación así desencadenada la designa Luhmann como «comunicación del miedo», una reacción más bien intuitiva y difusa ante la situación general de peligro que intensifica la resonancia social en virtud de la captación selectiva de amenazas aisladas y merced a una expresa «retórica del miedo».

POR LA SANACIÓN DE LA TIERRA

Hoy 26 de febrero se celebrará en El Pomier un encuentro de tambores por la armonía cósmica y la sanación de la Tierra, una actividad que se estará celebrando también -el mismo día y en las mismas horas- en todas las regiones donde habitan o habitaban las comunidades indígenas que poblaron el planeta, principalmente en la zona mejicana y centroamericana.

La convocatoria a nivel mundial la están haciendo la Nación Otomí (descendientes de los Mayas) y las comunidades indígenas Olmecas, Toltecas y otras que siguen sus tradiciones relacionadas íntimamente con el respeto a la naturaleza.

La convocatoria implica tres días: 26 de enero, 26 de febrero y 26 de marzo. En esta última fecha será celebrada en la isla de Sumatra el gran encuentro de los 8 mil tambores, que según la tradición Otomí, sonarán para recuperar la armonía del planeta, traer equilibrio y sanar sus heridas.

En la República Dominicana nos sumaremos a esa celebración en El Pomier. Nos encontraremos a partir de las 5 de la tarde en la cima sobre la Cueva del Puente para sonar nuestros tambores clamando por la sanación de la Tierra. Están invitados todos los que se sientan vinculados a nuestras culturas desaparecidas, al movimiento ambientalista y al esfuerzo de paz en el Planeta.

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