EI presidente Fernández está solo. Por misteriosas razones de la política no puede destituir a tantos funcionarios que lo están haciendo quedar mal con sus opacas y egoístas actuaciones en donde las protestas populares se desactivan rápidamente con la llegada de los equipos de construcción para reparar calles y carreteras.
La indolencia de los funcionarios incita a protestar a los dominicanos, y el gobierno se siente agobiado cuando su mayor empeño es atender los reclamos sociales a través del programa de solidaridad y la vez ofrecer un servicio subsidiado de salud. Parece que sus esfuerzos se quedan en la periferia de los problemas, cuando falta la mano vigorosa que lleve a feliz término los proyectos.
Lo que está ocurriendo, después que los pueblos del Cibao se decidieron a protestar así como los del Este, es una reacción vigorosa y de aparatoso despliegue de equipos para calmar a las comunidades que languidecían y padecían por la desatención del gobierno a aliviar sus males comunitarios. Lo que están felices son los contratistas que la estaban pasando muy mal por falta de trabajo y ahora el gobierno ha recurrido al grado a grado para aplacar la ira de los pueblos.
EI presidente Fernández, con su carisma, planeaba presentarse en las comunidades más efervescentes, para asegurar la atención a sus demandas, cosa que esas comunidades no las creen en su totalidad; la experiencia indica que se hace un aguaje de trabajo y luego se abandona por falta de recursos, o en el peor de los casos se trata de un contratista que no es afín con el funcionario administrador del contrato, trancándole el juego por no haber sido muy amable en sus atenciones como se requiere en los grado a grado.
De las visitas propuestas para escuchar las demandas de las poblaciones, el Presidente solo acudió a San Pedro de Macorís. Pero es de suponer que finalizada la V Cumbre de Las Américas y se calme su peregrinar internacional, podría volver a reencontrarse con su pueblo, abrumado por la pobre calidad de su clase política.
La soledad del presidente dominicano es cada vez más manifiesta. Por su educación, de no querer ofender a nadie, deja que su gobierno se desacredite, perdiendo la popularidad que disfrutaba por no exigirle a un grupo de funcionarios atención a sus obligaciones, muchos de los cuales compraron los cargos por sus aportes a la campaña electoral. Si se realiza el periplo de visitas presidenciales a los pueblos quedará un espacio de tiempo para devolverle la calma a los pueblos, y como casi siempre no se cumple, los hará agitarse y volver con más fuerza en sus protestas.
Al menos, el Presidente se ha dado cuenta que la burbuja donde quería permanecer inmaculado, fuera de la contaminación ciudadana, no le sirve si realmente aspira a convertirse en el líder natural, cosa que todo el mundo lo vaticina por la mediocridad de la oposición que lo enfrenta. Por eso parece decidido bajar al pueblo para conocer sus agobiantes necesidades, fruto de las malas informaciones e informes maquillados que le ofrecen sus colaboradores, como si viviéramos en un paraíso terrenal.