La solidaridad

La solidaridad

POR ALTAGRACIA PAULINO
Janko Vargas de 11 años ayudaba afanoso a su madre el día de la mudanza a una nueva casa. Después de terminar de organizar decide bañarse. Como no había agua en la ducha, optó por hacer uso de la tecnología criolla del pote o galón que se utiliza para almacenar agua. Desnudo en la bañera se echó el ácido muriático que contenía el galón que tomó de entre otros que confundió con agua, quemándose toda la parte delantera de su cuerpo incluyendo sus genitales.

Cuando sintió el calor que le quemaba llamó despavorido a su madre quien lo abrazó y también se quemó al hacer contacto con el cuerpo de su hijo. Janko fue trasladado al hospital de la Romana y de ahí al Robert Read en la capital donde permaneció por un largo período y donde los médicos le habían comunicado a su madre que no había nada que hacer.

Pero ella no se dio por vencida, se trasladó a la capital y asumió casi como su morada no la casa donde pretendía vivir sino las cercanías del hospital para estar próximo a su hijo.

El deseo de la mamá de Yanko sería el de llevarlo a Estados Unidos a ver si lograba devolverle parte de lo que había perdido casi toda la parte delantera de su anatomía, pero no era posible ante las precariedades económicas de su familia y las limitaciones mismas del país.

Pero nada es mas obstinado que una madre cuando de su hijo se trata y un buen día la mamá de Janko que se quedaba hasta altas horas de la noche en las cercanías del hospital vio a la Primera Dama, rompió el cerco de la seguridad y se aproximó como pudo al vehículo y por la súplica casi especial doña Margarita pidió a su seguridad que tomara la carta que le extendía con angustia. Tras leerla, la Primera Dama se devolvió, le pidió a la señora más información sobre Janko, bajó del vehículo lo visitó en su habitación del Robert Read y asumió el caso.

Buscó fuera y dentro del país todas las informaciones posibles para ver como ayudaba al niño. Llevarlo a Estados Unidos costaba un dineral y el deterioro de Janko no le permitía mucho tiempo.

En el hospital no era muy favorable el ambiente para una quemada tan horrible incluso los médicos le habían anunciado a su madre que no se podía hacer mucho para salvar la vida del niño.

Pero se hizo el milagro de la solidaridad. La doctora Cedeño se comunicó con el general Hugo Pérez Compré del hospital de las Fuerzas Armadas a quien le solicitó que le habilitaran un espacio especial para ayudar a vivir a de Janko y en ese hospital apareció el doctor a Alejandro Hernández Pizzoglio quien es especialista en traumas por quemaduras quien inició un proceso que cambió definitivamente la vida del menor.

Janko recibió injertos de piel, la rehabilitación de sus genitales y la vida. Ya está en su casa, la última vez que supe de él fue el día de Reyes en el Palacio de los Deportes donde asistió a la entrega de regalos que realizó el Despacho de la Primera Dama.

Cuando se trabaja con el corazón se hace el milagro y las llamas de fuego se apagaron con el agua bendita de la solidaridad.

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