Frente a la posibilidad de una situación política de tensión, producto de la interrupción del proceso electoral municipal, que enturbie y complique aún más la situación y empuje a agravar los procesos electorales pendientes, hay muchos sectores preocupados que esperan que aquellos que pueden ayudar, tomen en serio su deseo de actuar. En tal sentido, se imponen urgentemente acciones que posibiliten un clima de entendimiento y armonía entre los poderes del Estado y los partidos.
Pero actuar no es lo mismo que agitarse, discutir, comparecer o tratar de buscar excusas inexplicables. Dichas acciones deben hacerse a través de los canales normales y legítimos para tratar de corregir o moldear la realidad de los acontecimientos provocados por la interrupción del proceso electoral. Esta responsabilidad, para muchos ciudadanos, corresponde principalmente a la Junta Central Electoral.
Hay quienes prefieren adherirse de forma fácil a una determinada fórmula como vía de solución. Pero dentro de un orden lógico, primero habría que lograr la regularidad del sistema, con la participación de los actores principales. Así como evitar que se confunda la ilusión con la verdad o la realidad.
Todos los sectores envueltos en este proceso tienen que hacer aportes para buscar las soluciones requeridas. De manera muy especial los órganos del Estado involucrados, así como los partidos políticos. Pues no son exclusivamente los tecnócratas ni los economistas ni los bufetes de abogados ni los empresarios quienes tienen que buscar dichas soluciones. Ellos conocen unas cuantas funciones, pero no todas. Hay muchos aspectos que se les escapan. Y son la Junta, los partidos, los políticos y el Gobierno quienes deben actuar.
Las soluciones no las encontrarán quienes pretendan invalidar sectores que son parte del problema y de las posibles soluciones. Ni los que quieran propiciar el caos. Tampoco los que se consideran por encima del bien y del mal. Mucho menos los que entienden que sólo los grupos que componen las cúpulas de poder pueden salvar el presente proceso. Porque sin darse cuenta los propios partidos se estarían invalidando como fórmulas de solución.
El país está sufriendo por errores que no cometió. Pero esos errores, para llamarlo de alguna manera, han provocado graves contradicciones políticas. Y los movimientos políticos no se limitan a remover unas ideas, a restablecer unos conceptos, o a equilibrar unas soluciones. Desgraciadamente vivimos entre las fatalidades de una decadencia y abrumados por las propias fatalidades de un sistema político que no ha sido capaz ni siquiera de lograr algo tan simple como la comprensión de aceptarse o confiar los unos en los otros. Aunque se presenten como la gatica de María Ramos.
Es indispensable que las autoridades y los dirigentes políticos procuren una solución pluralista, que respete la ley. Que aliente y estimule a los dominicanos a no perder la fe en el sistema democrático. Que la gente participe y vote. Que haya triunfadores aunque no pisoteados. Que se les brinden oportunidades a los “orgullos” que exhiben algunos de nuestros protagonistas. Que el ideal de los forjadores de nuestra nacionalidad esté presente.