La soya promete ser nueva fuente energética para Argentina

La soya promete ser nueva fuente energética para Argentina

La producción de soya, que ha cambiado el rostro y el destino de la agricultura argentina, se apresta a iniciar una nueva industria energética. Decenas de pequeños productores, que tienen el ojo en la exportación y la perspectiva de una demanda interna floreciente están construyendo fábricas para convertir parte del abundante aceite de soya de Argentina en un combustible renovable y barato, para el cual existe un apetito creciente en el exterior.

Impulsado por la introducción de cultivos modificados por medios genéticos en Argentina hace algunas décadas, la producción de soya se ha disparado a un récord de 40 millones de toneladas en la última cosecha, y el país es el mayor productor de aceite de soya del mundo, una materia prima para fabricar biodiesel.

El azúcar y los cereales se emplean para producir etanol, algo que ya Brasil ha convertido en una gran industria.

Casi la mitad de las exportaciones argentinas son derivados de la agricultura y 20% está dirigida a la exportación directa de materias primas, por lo que los biocombustibles -que se venden por cerca de 70% más que el aceite puro- representa una forma de añadir valor a la abundante producción del sector primario.

Jorge Kaloustian, cuya compañía Oil Fox es una de las pioneras de los biocombustibles argentinos, dice: “Estamos construyendo tres plantas [de biocombustibles]. Desmantelamos las originales, porque ya no se podían expandir más”. Él espera retornar a la producción el mes próximo, con una cifra de cuatro millones de litros al mes en una nueva planta. Se está construyendo una segunda instalación de US$20.0 millones, que se espera sea la mayor planta de “biofuel” del mundo, para añadir 20 millones de litros al mes a partir de marzo, y pudiera entrar al sistema una tercera a mediados de 2007, con una capacidad de 30 millones de litros.

El grupo español Repsol-YPF, una de las mayores compañías de energía en Argentina, planea abrir una planta de US$30.0 millones el año próximo, con una capacidad de 100,000 toneladas en el primer año.

Aceitera General Deheza, un productor de aceites comestibles, está pensando en una inversión de US$40.0 millones para construir una planta de 200,000 toneladas, probablemente cerca de la ciudad de Rosario, al Norte de Buenos Aires, el centro de la industria de procesamiento de soya de Argentina, y de la mayor concentración mundial de plantas para prensar soya. 

Vicentín, otro productor de aceites, también está estudiando una planta de US$25.0 millones, con la cual espera producir 300,000 toneladas al año. Entre las compañías extranjeras que valoran el potencial de Argentina está Imperium Renewables, radicada en Estados Unidos, aunque mantiene reservados sus planes. Los agricultores argentinos son grandes consumidores de diesel, pero hay poco espacio para expandir el uso del biodiesel local porque no puede competir con el combustible subsidiado por el Estado.

Sin embargo, la demanda va a crecer gracias a una ley aprobada en abril, que entrará en vigor en 2010, que exige que los combustibles que se venden en las bombas contengan 5% de biocombustibles. Pero mientras los argentinos venden la mayor parte de su soya en el exterior, las exportaciones son el motor que mueve el potencial de los biocombustibles.

 “Quizás en unos cinco años, Argentina será capaz de exportar 1,5 millones de toneladas [al año]”, dice Miguel Almada, del programa de biocombustibles del Departamento de Agricultura. Argentina produce un estimado de 30,000 toneladas al año.

Los funcionarios siguen perfilando los detalles de cómo aplicar la nueva ley, incluyendo el régimen de impuestos. Tarifas impopulares a las exportaciones agrícolas diseñadas para contener la inflación pudieran desalentar a los inversionistas. Pero los bajos costos de producción de Argentina y las vastas cantidades de tierra activa para la agricultura, lo convierte en una perspectiva atractiva, y los productores dicen que el suministro no es una preocupación. El señor Kaloustian dice: “Con 5% [del aceite] disponible, podemos suplir fácilmente nuestras plantas”. El señor Almada dice que 40% de las 600,000 toneladas de  biofuel mezclado que se requiere en 2010 se podría cubrir sencillamente recolectando la soya que se pierde en el proceso de recoger la cosecha.

Jed Bailey, director administrativo para América Latina de Cambridge Energy Research Associates, dice: “Una de nuestras preocupaciones es que los biofuels parecen muy atractivos hoy, pero todas esas plantas pudieran entrar en el sistema cuando los precios del petróleo empiecen a bajar”. Pero -dice- eso no significará la desaparición de los combustibles verdes, sino un avance más lento.

VERSION IVAN PEREZ CARRION

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