Con anterioridad me he referido a las “cámaras” útiles e inútiles, ponderando el papel beneficioso de las cámaras de vigilancia públicas y privadas y lo poco que tradicionalmente han aportado al país las cámaras legislativas, la de cuentas o “cuentos” y otras menos notables o simples asociaciones de industrias, comerciantes, empresarios, etcétera.

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En el caso del peñón lanzado desde un elevado que produjo la muerte de un joven profesional, supuestamente el chequeo a posteriori de cámaras circundantes permitió identificar a un individuo con aparentes trastornos mentales y precisamente este detalle puso en evidencia la necesidad de que las cámaras útiles públicas tengan un monitoreo permanente que permita prevenir desgracias como la comentada, porque las imágenes de un loco, con un peñón en las manos en un elevado, pudieron ser vistas con antelación al incidente y enviar una patrulla policial a detenerlo como lo que era, un peligro público.

Las cámaras de vigilancia oficial necesitan control de 24 horas para que no se vean como un simple gasto para impresionar a la ciudadanía.