La sustancia está en el hueso

La sustancia está en el hueso

ANGEL BARRIUSO
Por una de esas extrañas coincidencias del destino dos hechos ocurrieron casi simultáneamente en dos países, afectando a dos personas que, para colmo, son hermanos. Si fuesen mellizos o gemelos otra historia hubiese de contar con algunas maravillas, pero hay diferencias en la edad y en sus cualidades físicas. En verano de 2004, siendo las 11:50 de la mañana, un amigo salió de su casa, en un edificio de apartamentos, en busca de unos documentos a seis u ocho cuadras del mismo sector.

Pasado el medio día atravesó la calle donde vive en dirección a la Ciudad Universitaria. En el camino recogió a uno de sus hijos que regresaba de la escuela, y lo llevó consigo.

Al llegar a su destino lo recibieron con la noticia de que se devolviera urgentemente a la casa porque otro de los hijos encontró la puerta violada, suponiendo que hubo un robo. Y no había transcurrido media hora. A las 12:40, quizás un poco más, estaba devuelta a su casa y encontró todo «patas arriba».

Al llegar, el hijo que dio la voz de alarma, coincidió con dos sujetos que iban bajando las escaleras, uno de los cuales con una mochila en la espalda y un sombrero de vaquero que, al pasar inventario, resulta que el color de la mochila coincide con una que se perdió en el robo, lo mismo que el sombrero de vaquero.

Mi amigo, al llegar a su casa, llamó a la policía, y en poco tiempo estaba recibiendo a un montón de agentes policiales, todos vestidos de civil. El aparataje sorprendió y observó que era demostración de eficiencia, hasta que al cabo de pocos minutos se quedó en el «limbo» y con la recomendación de los agentes de que fuera al destacamento más cercano a querellarse.

En el edificio hay un guardián quien, coincidencialmente, no estuvo, y a mi amigo le dio versiones contradictorias sobre su ausencia. A los agentes de la PN no le provocó ningún tipo de curiosidad que aquel individuo estuviera ausente o presente. Nunca preguntaron por él. Además de la denuncia, recomendaron a la víctima del robo que dejara todo como estaba para enseguida enviar un equipo especializado a tomar huellas.Dicha tuvo al decidirse por ordenarlo todo, en vez de esperar a los agentes especializados que tomarían huellas e iniciarían una investigación, porque entonces todavía estuviera durmiendo en el suelo y en la casa hubiese en mayúsculo desorden, ya empolvado, y probablemente ni siquiera hubiera podido trapear el piso.Uno de sus hermanos vive en Puerto Rico desde hace varios años, y justo el mismo día y casi en el mismo momento en que ocurrió el hecho su casa habían robado en su apartamento. Dos tipos entraron violentando una ventana; pero al llegar de su trabajo, en horas de la tarde, detectó la situación y dio parte a la Policía.

La Policía llegó muy pronto e hizo un inventario de los daños. Se tomaron huellas y hasta se estimó la cantidad de personas que posiblemente violaron su apartamento. Se adoptaron medidas preventivas, y recientemente su hermano lo ha llamado porque necesitaba la fecha de lo que le ocurrió aquí para él anotarlo en su documentación personal. Le ha dicho que el Estado lo compensa exonerándolo de equis impuestos, al presentar un informe de lo ocurrido, sólo necesitaba la fecha.

Ocurre que mi amigo presentó la denuncia del robo, y los datos fueron anotados en una mascota cuyas hojas caían al piso, y recordé la noche de un viernes cuando asistí al plan piloto de la PN para denunciar el robo de un vehículo que nunca apareció: las hojas de la mascota volaban, y a punta de lápiz trataban de registrar mi denuncia. Cuando puso su denuncia, enumeró todo lo que le habían robado y dio las estimaciones del valor de las pérdidas, pero la denuncia terminó ahí y nunca más mi amigo ha tenido noticias de lo ocurrido.

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