Mientras medio país se robe la luz, para mí pagar la luz es un impuesto selectivo. Me han seleccionado a mí, particularmente, a mí y al medio país que sí paga.
Cuando pago mi luz lo que estoy haciendo realmente es disminuir el monto que el gobierno tiene que pasarle en forma de subsidio al sector eléctrico. Para todos los fines, estoy pagando un impuesto, pues no hay una consecuencia absoluta para las EDES o las Generadoras por mi pago.
Yo consumo. Si no pago yo, el gobierno, eventualmente, pagará por mí.
Porque, como todo el mundo sabe, lo que cobran las EDES es insuficiente para pagar lo que facturan las Generadoras y, en adición a racionar el servicio eléctrico, el gobierno tiene que aportar sumas cuantiosas para mantener financieramente en equilibrio el sistema eléctrico vía el subsidio.
El acuerdo con el FMI impone al gobierno un tope al déficit fiscal que en otras palabras es un límite a sus gastos e inversiones, dentro de las que está el subsidio eléctrico. Consecuentemente si se sube la tarifa eléctrica, menos dinero le tiene que pasar el gobierno al sector en forma de subsidio.
Lo malo de este subsidio es que no es para abaratar la tarifa y hacer competitivo al país (que sería menos malo).
El subsidio es necesario aún en presencia de una tarifa eléctrica muy cara, porque la generación es cara, la distribución es cara y de la energía servida por las generadoras, 10% se pierde en los cables y 40% se la roba la ciudadanía.
Por institucionalidad, estoy de acuerdo en que se cumpla la ley, y si corresponde aumento de tarifa pues corresponde.
Lo que no entiendo muy bien es porque el gobierno, ahora dueño de las EDES, no provee recursos suficientes al sector eléctrico para invertir en poder cobrar la luz.
Porque en adición de una enorme voluntad política, para poder cobrar la luz hace falta invertir mucho, pero mucho dinero en activos de distribución, desde cables de baja tensión, pasando por contadores y telemetría, hasta formas sofisticadas de combatir el fraude.
La nueva administración se puede dejar la piel eficientizando administrativamente las EDES. Pero como no cuente con dinero para invertir en activos de distribución y efectivamente acabar con el robo de energía, la meta de regresar de los aproximadamente 7.5 centavos de dólar por Kw que es el Valor Agregado de Distribución (VAD) actual, al VAD de 2003 de 5.87 centavos de dólar por Kw, ya es un reto.