La tarifa eléctrica

La tarifa eléctrica

La Superintendencia de Electricidad ha anunciado alzas de entre un 4% y un 5.8% en la tarifa de la energía eléctrica. La decisión, que entra en vigencia este mes, afectará a una parte del universo de usuarios de este servicio.

Según se ha explicado, el alza obedece al hecho de que el Gobierno se ha visto precisado a transferir a los usuarios una porción del incremento acumulado en los precios de los combustibles.

Las alzas en la tarifa energética, sin importar el segmento de usuarios que afecten, tienen un sabor amargo para un país que paga los costos más injustos por el servicio menos eficiente.

Son decisiones dolorosas en un país en el que las “edes” no indexan o compensan a los usuarios por las horas de interrupciones en el suministro, y en cambio cargan a los usuarios que pagan parte de los consumos que no pueden cobrar a los morosos.

-II-

En un país en el que los agentes del sector eléctrico se resisten a renegociar sus contratos con el Estado, a pesar de que algunos son onerosos e indefendibles, la sobrecarga de la tarifa, por reducida que sea, tiene matices de atropello.

Las deficiencias del mercado eléctrico son una tara muy pesada para la economía, empezando porque éste cobra por lo que no se sirve y concluyendo en que sus fallas obligan a soluciones indeseables.

Para compensar el alto déficit en materia de energía servida, el país tiene que distorsionar su consumo regular de combustibles, teniendo que destinar cantidades considerables a alimentar un atomizado parque energético constituido por unidades pequeñas, ruidosas, poco eficientes y contaminantes.

El costo de la energía, sumado al pobre desempeño del mercado en materia de satisfacción de demanda, es un factor de gran influencia en la quiebra de muchas microempresas y pequeños negocios.

-III-

Se requiere que el Gobierno, como administrador del Estado, se esfuerce porque la transparencia, esa condición que se invoca con tanta frecuencia, se convierta en una de las características principales en la explotación del suministro de energía eléctrica.

No hay momento en que los actores del mercado energético digan que han tenido ganancias, rentabilidad en sus inversiones. Siempre se alegan pérdidas, pero nadie renuncia a continuar en el negocio.

El país ha comprendido bien y ha asimilado la realidad del mercado petrolero, con sus alzas, con la quiebra de barreras sicológicas que se creyeron inalcanzables.

Lo que no logra entender este país es la dificultad siempre vigente cuando de transparentar el negocio energético se trata. Por eso difícilmente asimile con comprensión las alzas de tarifa, ni siquiera en el caso de que el Gobierno, como en efecto ocurre, asimile gran parte del incremento en los precios de los hidrocarburos.

Hay que renegociar los contratos del mercado eléctrico, para transparentar los rentables descalabros que siempre se alegan desde el mismo, en perjuicio del usuario solvente.

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