La técnica de la mentira

La técnica de la mentira

En realidad de verdad, la sociedad dominicana está preocupada por los diferentes acontecimientos que han venido sucediendo durante el periodo de transición después de las elecciones presidenciales del 16 de mayo del 2004.

Salvo tercas y retrogrades excepciones, la mayoría del pueblo dominicano está convencida hasta las entrañas en mantener a cualquier precio un clima que no interrumpa el orden constitucional ni el principio de la legitimidad democrática.

Este período de acción y efecto de pasar de un modo de ser a otro, viene apuntando a dificultar grandemente las funciones del Nuevo Gobierno. Las recias disposiciones de los funcionarios salientes, en tomar la postura de ineptitud, cinismo y una gran carga de mentiras en vez de concurrir a edificar el sosiego de los munícipes, lo convierte en un caldo de cultivo que genera una nueva manzana de la discordia.

Para apreciar en toda su integridad una situación política, sería oportuno recordar los dirigentes de la maquinaria publicitaria del régimen de Adolfo Hitler de la Alemania nazi, que utilizaban el principio cardinal de la propaganda política totalitaria -que de mucho repetirse una mentira -y mientras más grande mejor- llega a ser aceptada como una verdad. Esa es la «diabólica técnica de la gran mentira».

La mayoría de aquellos jerarcas nazis que no se suicidaron terminaron sus días en el cadalso. Sin embargo la diferencia que existe de esa disciplina nazi con nuestro país (es que no tenemos la pena de muerte sino las vacaciones en la penitenciaría de Najayo). Pero como ocurre con las grandes infamias de la humanidad, tanto una como las otras, sus peores concepciones perduran. Y sobre todo en el campo de la propaganda política todavía tienen imitadores en estos días. Son muchos los gobernantes pseudodemocráticos, que abrumados por su propia incapacidad de gobernar bien o por sus muchos yerros -recurren a la gran mentira y se aferran a ella como el naufragio a la tabla de salvación.

Es muy doloroso, y casi traumático admitirlo pero es cierto. Estos son días en que la verdad brilla por su ausencia. Funcionarios, políticos, profesionales y muchos otros no lucen dispuesto a decir la verdad. Más bien parecen tratarlo como si todo contacto con ella fuera pecaminoso. En fin: que se diga todo lo que se quiera decir,… pero que no se falte a la verdad. Y quien no tenga verdades que decir que no nos ofenda con inversiones y falsedades… Eso es lo menos que se puede esperar después de todo cuanto tuvimos que soportar del… 2000 al 2004.

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