La  telebasura,  preocupación de
muchos y negocio del irrespeto

La  telebasura,  preocupación de<BR data-src=https://hoy.com.do/wp-content/uploads/2004/11/0F4E7AED-DB88-4B4D-89B9-284B20B5BA1B.jpeg?x22434 decoding=async data-eio-rwidth=430 data-eio-rheight=390><noscript><img
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POR REYES GUZMÁN
Ridiculizar, explotar el morbo, apoyarse en los escándalos, distorsionar los enfoques, irrespetar personalidades e instituciones serias, desinformar, presentar mensajes milagreros y paranormales de forma acrítica y los productores-presentadores no tener conciencia de la responsabilidad de trabajar en un medio tan importante, es lo que en España y Estados Unidos le llaman telebasura.

En República Dominicana hay programas, no sólo de televisión, sino también de radio, que sus segmentos tienen bastantes elementos negativos como los mencionados.

La telebasura, con su contenido vulgar y vacío, cuenta con una “producción” que busca ganar cada día más espacio y que como respuesta a su favor encuentra respaldo publicitario. Por estos lados hay quienes dicen que lo cultural no vende, que es aburrido. Con esas afirmaciones aprovechan para caer en lo fácil, hacer programas comentando lo que ya otros trabajaron y ridiculizando o halagando al protagonista de la noticia, dependiendo si es de su agrado o no.

“Apágala tú… antes de que ella te desconecte”, es el mensaje que varias instituciones españolas promocionan en diferentes medios. Están unidas la Asociación de Usuarios de la Comunicación, Unión General de Trabajadores, Comisiones Obreras, Confederación Española de Madres y Padres de Alumnos, Unión de Consumidores de España y la Confederación de Asociaciones de Vecinos.

La plataforma por una televisión de calidad es tarea de todos y HOY buscó reacciones de productores y conductores locales para que opinen al respecto.

FREDDY BERAS GOICO
Las quejas del productor de “Con Freddy y punto” no son nuevas, porque viene por años criticando los programas donde se pone en evidencia la miseria humana.

“Aquí se pasan programas realizados en el exterior en los que va una mujer con la hija para decir que una le quitó el marido a la otra. Eso es basura y aquí no la controla nadie. Estoy de acuerdo que ese tipo de programa sea sacado del aire”.

Beras Goico critica que se hagan concursos con estudiantes a los que se les cuestiona sobre temas que desconocen, con el único fin de ridiculizarlos. Cree que deben servir de aporte a la enseñanza y no de soporte para que los demás se rían.

Aunque pesimista en torno a cualquier medida de las entidades  reguladoras, refiere que sería bueno que se revise el problema y así evitar las barbaridades que salen al aire.

CARLOS ALFREDO FATULE
El productor y conductor de ¡Gózalo!, programa que usa el recurso de la cámara oculta, dice que está de acuerdo que se saque la telebasura, a los que copian y hacen malas copias, a todos los que realizan pésimos programas  y no tienen talento.

“Estoy de acuerdo que saquen a los que por falta de talento no pueden progresar en televisión, a los que no tienen credibilidad para hacer anuncios de instituciones respetuosas. Si yo hago telebasura sería el primero en salir ahora, todo el mundo cortado por la misma tijera”.

Fatule expresa que es muy importante que se haga algo en contra de los programas que afectan la moral de una persona, no así su condición profesional, porque es diferente. Puso de ejemplo que como productor de “Televisión VIP” nunca permite que se hagan comentarios personales, porque eso es difamar.

FERNANDO BÁEZ
El productor de importantes reportajes televisivos y responsable de dirigir una empresa establecida, siente procupación por el cambio programático que han dado algunos canales en sus mejores horas de audiencia.

“El contenido es algo que da lástima y no es que uno quiera privar, en mi caso que soy cristiano. No es el motivo, porque soy un comunicador y entiendo que algún movimiento debe de levantarse en contra de lo que está pasando en la televisión y la radio. ¿Cuál es el código de desarrollo cultural que tiene la República Dominicana ahora? Recomiendo un control, porque quien se excede más, tiene más audiencia y ahí está el peligro, ya que obliga a uno a hacerlo peor, caer en un desastre fuera de serie”.

Menciona que programas como el que presentaba Mariasela Álvarez, hace Jatnna Tavárez y Tania Báez, han mantenido sus distancias. Pide que los comunicadores se abanderen para poder opinar con relación a lo que está sucediendo en radio y televisión.

GIANNI PAULINO
La televisión ha perdido  su focalización de instruir, educar e informar, para convertirse en puramente de entretenimiento y competencia, refiere la productora de “Gianni Espectacular”.

“En la búsqueda de lo que atrae audiencia somos capaces de llegar a extremos. Pienso que la televisión es un reflejo de lo que está pasando en la sociedad dominicana en este momento, donde hay una falta grave  de identidad, donde hacemos cualquier cosa para sobresalir, perdiendo nuestros valores como personas, dominicanos, productores y presentadores”.

Hay que analizar la sociedad, escuchar cómo hablan los jóvenes fuera de la pantalla, cómo visten, chequear el comportamiento en las discotecas, ver la forma de vestir de las mujeres cuando van a actividades y saber cómo es la relación de amigos y pareja, porque cuando eso se lleva a la televisión parece que nos rompe, porque nos enfrenta a una realidad muy cruda.

“Nos enfrenta a la realidad de una sociedad del 2004, sin valores morales y éticos establecidos, donde hemos perdido la identidad. Hay que ubicarse en hacer buena televisión de audiencia, sin que se pierdan los valores como sociedad y sin perder el horizonte de lo moderno”.

AUGUSTO GUERRERO
El productor de “El show del mediodía” pide respeto al consumidor de la televisión y expresa que hay programas y segmentos  que a él no le gustan, pero que a muchos televidentes les agrada.

“Hay países que tienen estilos de televisión muy diferentes al nuestro y hay que recordar que República Dominicana es sub-desarrollado no sólo económicamente, sino educacionalmente. Lo que puede gustar en Europa, quizás no guste aquí”.

Con relación a las cámaras ocultas, que en el manifiesto contra la telebasura se ha creado en España y que en el caso del programa que produce se llama “Te están facturando”, Guerrero dice que no se le puede encasillar, porque se hace con respeto y con el consentimiento de las personas a las que se les graba.

“Si vamos a evaluar a los programas que divierten con los demás, habría que controlar también a muchos de carácter de panel que difaman la política, lo que no sucede con los de cámaras ocultas, que son bromas”.

JATNNA TAVÁREZ
La productora, conductora y abogada está de  acuerdo con que se combata la difamación, el irrespeto y la ridiculez, porque tiene el concepto de que en la televisión hay que hacer un trabajo de mucha seriedad.

“Como comunicadores debemos aportar a la sociedad y pienso que la proliferación de programas que alimentan el morbo se da porque entienden que es comercial, lo que es penoso. Hay que sacrificar la parte comercial por el ejercicio profesional, porque así se aporta y se hace una mejor televisión”.

Condena la difamación y defiende la libertad de expresión, por lo que sabe que todo se puede decir con respeto. Está en contra del relajo que denigra, del chisme y de los insultos, por lo que exhorta a tener cuidado, criterio y que se apliquen las leyes.

“Hay que hacer una labor de cadena y exigir que se apliquen las leyes, que las instituciones funcionen y que se dé un buen ejemplo, para que la gente aprenda a respetar la trayectoria y  el trabajo de los demás”.

NURIA PIERA
La televisión en sentido general tiene varias vertientes y los programas ligeros, con chismes, han calado en el gusto de los televidentes en varios países, porque la gente lo que necesita es entretenerse, no pensar mucho ni preocuparse, ya que la vida está con demasiados problemas. Así lo señala Nuria Piera, quien hace televisión de investigación.

“Cada vez  son más las personas que quieren escapar al tipo de programa que se les presenta o recuerda problemas, por eso los ligeros tienen audiencias y los canales se inclinan por ellos, por lo que no aportan nada y lo único que hacen es meterse en la vida de los demás y logran que uno se ría con las ridiculeces del otro”.

Piera teme que la inclinación a lo insulso domine el espectro y recomienda que se pongan las cosas claras antes de que lo que hoy está pequeño llegue a afectarnos a todos. Hay que llamar la atención y frenar las tendencias, para satifacer metas importantes de los mejores propósitos de la televisión.

POSICIÓN DE ESPECTÁCULOS PÚBLICOS
El presidente del organismo regulador, Oquendo Medina, promete que todos los programas que entren en la categoría de difamación, irrespeto y atenten contra la moral y las buenas costumbres, serán regulados, porque abusan de la libertad de expresión.

“Es obligatoriedad de la Comisión Nacional de Espectáculos Públicos de que el buen gusto y las buenas costumbres prevalezcan. Aquellas bromas que sobrepasan lo simple y natural de la risa, ridiculizando a los demás o difamando, necesariamente habrá que ponerle un alto. En el país estamos atravesando por un proceso de prostitución social y lo que sucede en la radio y la televisión también nos afecta, lo que con las modificaciones del Reglamento 824 vamos a sancionar de carácter moral y penal a los productores de dichos programas”.

La entidad cuenta con un equipo de abogados trabajando y ya entregó el primer borrador para que la próxima semana entreguen las modificaciones.

“Algunos críticos nos disparan porque se agarran de un reglamento obsoleto. Vamos a regularizar para que se evite el irrespeto y tenemos en nuestro poder la grabación de un programa en el que se le faltó a Mundito Espinal. Evaluamos lo que se dijo y vamos a determinar sobre el particular”.

MANIFIESTO CONTRA LA TELEBASURA EN ESPAÑA
El término “telebasura” viene dando nombre, desde la pasada década, a una forma de hacer televisión caracterizada por explotar el morbo, el sensacionalismo y el escándalo como palancas de atracción de la audiencia.

La telebasura se define por los asuntos que aborda, por los personajes que exhibe y coloca en primer plano, y, sobre todo, por el enfoque distorsionado al que recurre para tratar dichos asuntos y personajes.

Los promotores de la telebasura, en su búsqueda de un “mínimo común denominador” capaz de concitar grandes masas de espectadores ante la pantalla, utilizan cualquier tema de interés humano, cualquier acontecimiento político o social como mera excusa para desplegar lo que consideran elementos básicos de atracción de la audiencia: sexo, violencia, sensiblería, humor grueso, superstición, en muchos casos de forma sucesiva y recurrente dentro del mismo programa.

Bajo una apariencia hipócrita de preocupación y denuncia, los programas de telebasura se regodean con el sufrimiento, con la muestra más sórdida de la condición humana, con la exhibición gratuita de sentimientos y comportamientos íntimos. Desencadenan una dinámica en la que el circense “mas difícil todavía” anuncia una espiral sin fin para sorprender al espectador.

La telebasura, cuenta, también, con una serie de ingredientes básicos que la convierten en un factor de aculturización y desinformación, así como en un obstáculo para el desarrollo de una opinión pública libre y fundamentada en:

– El reduccionismo, con explicaciones simplistas de los asuntos más complejos, fácilmente comprensibles, pero parciales o interesadas. Una variante de este reduccionismo es el gusto por las teorías conspiratorias de no se sabe qué poderes ocultos, que en muchos casos sirven de coartada a determinados personajes y grupos de presión en su labor de intoxicación.

– La demagogia, que suele presentar todas las opiniones como equivalentes por sí mismas, independientemente de los conocimientos sobre los que se sustentan o de sus fundamentos éticos. A ello contribuye la realización de supuestos debates y encuestas, que no son sino simulacros de los verdaderos debates y encuestas, y que lejos de arrojar luz sobre los problemas contribuyen a consolidar la idea del “todo vale”.

También la demagogia cuenta con una variante: el despliegue de mensajes esotéricos, milagreros y paranormales, presentados de forma acrítica y en el mismo plano de realidad que los argumentos científicos.

– El desprecio por derechos fundamentales como el honor, la intimidad, el respeto, la veracidad o la presunción de inocencia, cuya conculcación no puede defenderse en ningún caso apelando a la libertad de expresión.

Este desprecio desemboca en la realización de “juicios paralelos”; en el abuso del amarillismo y el escándalo: en la presentación de testimonios supuestamente verdaderos pero que en realidad provienen de “invitados profesionales”. Y, por supuesto, en el apoteosis de una televisión de la trivialidad, basada en el protagonismo de los personajes del mundo rosa y gualda, cuyas nimiedades y conflictos sentimentales, tratados desde el más descarado amarillismo, son otro de los ingredientes de esta infecta salsa. El problema es todavía mas sangrante cuando este tipo de contenidos se difunden a través de las televisiones públicas, cuya obligación moral y legal es suministrar productos, ética y culturalmente, solventes.

La telebasura no ha inventado nada: el halago fácil al espectador, el gusto por el sensacionalismo, vienen de muy antiguo. Pero en la actualidad, la enorme influencia social de los medios de comunicación de masas agranda de forma exponencial los efectos negativos de este tipo de mensajes.

– La telebasura se encuentra hoy en un momento ascendente de su ciclo vital. Es como un cáncer, cuya metástasis tiende a invadirlo todo, o quizás como un virus informático que, contamina lo que toca y acaba por impedir el mantenimiento o la aparición en las parrillas de otros modelos de información mas respetuosos con la verdad y con el interés social.

Ha llegado el momento de que todos los agentes implicados en la actividad televisiva tomen conciencia de su responsabilidad ante la telebasura, que por supuesto varía en importancia según la capacidad de cada uno de condicionar las reglas del mercado.

Responsabilidad, por tanto de los poderes públicos, de las cadenas, de los anunciantes. Responsabilidad de los programadores y de los profesionales. Y responsabilidad, también, del ciudadano, que aun sin dejarse engañar por la falacia del “espectador soberano” que por su mero dominio del mando tiene la capacidad de modelar la oferta, debe saber que su decisión de ver un programa no esta exenta de consecuencias, ni para su propia dignidad ni para el propio mercado televisivo.

En la televisión nos enfrentamos con un fenómeno social complejo articulado en grandes compañías de cuya objetividad es lícito discrepar. Detrás de los medios de comunicación existen intereses, poderes y modelos sociales e ideológicos. Por tanto, cuestionar su objetividad y preguntarse el porqué de determinadas insistencias en un tema mientras se ignoran otros, es una forma de empezar a comprender críticamente los mensajes televisivos.

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