La televisión es un libro abierto

La televisión es un libro abierto

ANGEL BARRIUSO
En los años setenta surgió un buen debate que se extendió por toda América Latina sobre la televisión educativa y cultural. En aquel entonces proliferaban las telenovelas y el cine de violencia procedente, principalmente, de la industria norteamericana. Y esto último tenía (o tiene) una demarcación geográfica porque hay quienes entienden que todo cine procedente de Estados Unidos siempre plantea sexo y violencia, una percepción con sabor a hipótesis. En aquellos años se produjo suficiente documentación respecto a la televisión educativa y cultural.

Y se medía el impacto negativo de la programación comercial en contraste con el apoyo financiero que estaba supuesto a recibir el ambicioso proyecto educativo y cultural. Era inimaginable creerse que la televisión no convencional tendría dinero o apoyo publicitario.

En el caso de nuestro país, y de seguro que en otras parte de América Latina, se vio al Estado como la solución inmediata, por cuanto el Estado era el llamado a sostener una programación alternativa, una programación de TV educativa y/o cultural. Estaba claro que jamás sería un gran negocio. Recuerdo se impulsó la idea de que el Estado dispusiera de un canal de TV exclusivo para programación educativa y cultural.

No recuerdo en estos momento quienes lo dijeron, pero se afirmó que independientemente de la actitud estatal para ofrecer un canal educativo y cultural, el público sería escaso porque se asumía que en nuestro país había un bajo nivel académico, y la industria del entretenimiento disponía de mejores herramientas para convertir lo malo en una mercancía lucrativa. Cualquier objeto o sujeto era convertido en una mercancía.

Han pasado los años desde que aquellos debates provocaron la inquietud de la intelectualidad nacional y de una juventud que se comprometía con las llamadas propuestas alternativas; y hoy la televisión se ha convertido en uno de los mejores libros, la cual te permite accesar a informaciones ilustradas y entretenidas, y en sus páginas hay espacios hasta para cadenciosas salas de tareas dirigidass a infantes de educación primaria y he visto clases de inglés y de italiano.

En estos días recordé el pasado cuando veía un noticiario de las cadenas internacionales, en el cual hay pautada una interesante sección de economía conducida por una joven que te permite aprender el uso del dinero. Lo temas más complejos los llevan a la casa para explicártelos en forma sencilla, amena e inteligente. La veo con gran frecuencia porque es una especie de economía aplicada a tus necesidades. Entrevistas especialistas con un interés didáctico.

El cable, la nueva televisión, nos ha puesto en contacto con una variedad increíble de espacios o programas. Nos damos cuenta de que se ha logrado una televisión cultural o educativa sin aburrir. Obviamente que las empresas del cable logran repetir los programas con tal frecuencia que el más distraído es capaz de aprendérselos sin problemas.

La ciencia, la tecnología… coloquios de literatos, pero igualmente historia de crímenes y de procesos antiquísimos que nos permiten descubrir los avances en cuanto a balística, la investigación policial. Así vemos biografías y la sorprendente reconstrucción de hechos históricos. En cuanto el tema automotriz, nos hablan desde el primer tornillo hasta el producto final y, no conformes, los accidentes de tránsito y la razón física por lo cual ocurren graves accidentes. También las soluciones de la industria automotriz para reducirlos mediante el empleo de nuevas tecnologías.

Obviamente, en la televisión encontramos de todo. Hasta espacios capaces de destruir la dignidad humana, porque –como se ha dicho desde hace mucho tiempo– no todo es color de rosas.

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