La temporada ciclónica los vuelve a encontrar a  orillas del río Ozama

La temporada ciclónica los vuelve a encontrar a  orillas del río Ozama

LLENNIS JIMÉNEZ
l.jimenez@hoy.com.do
La temporada ciclónica 2008 halla a los residentes del sector Los Guandules y los barrios periféricos,  con las mismas penurias y en la ribera del caudal que cada año les quita sus pertenencias. Así sucede desde 1998, cuando el huracán Georges lo destruyó casi todo.

 Nadie creería que aquí vive gente, debajo del puente Francisco del Rosario Sánchez (de la 17) y al lado del río Ozama.

Sin ruta de evacuación establecida, forma de ser avisados cuando el río represente un peligro inminente, ni un refugio  habitado para ocuparlo en el  momento que sea preciso, están los más pobres de sectores como  Los Guandules, La Ciénaga, Guachupita y Gualey. 

 En el predio de Los Guandules, zona golpeada sin piedad por las tormentas Noel y Olga del año pasado, cientos de familias damnificadas tuvieron que regresar. Cada año que pasa hay una tragedia que recordar: alguien se ahoga, sufre una herida,  ve irse sus objetos personales en la corriente o su vivienda anegada.

A Ruth Vicente se le llenó de agua su casa de zinc viejo en la noche del pasado sábado. Con 22 años, esta madre de un niño de dos años, soltera, ayer no tenía dinero para comer. Tampoco sabía si podría continuar en la habitación contigua a la rancheta de su tío Santana Méndez, a quien el falta de todo. Quienes habitan En el sector San Rafael de Los Guandules, un cinturón de miseria, sólo están confiados en la misericordia de la naturaleza, como Mery Vicente, hermana de Ruth.

Sin más remedio.  Ramona Amparo no pudo resistirse a retornar a la orilla del río, en cuanto el agua bajó. Con evidente coraje, cuenta que las casas están  deterioradas por la crecida del Ozama  y que pese a que fueron censadas, sus dueños nunca conocieron los planes del gobierno para reubicarlos, un año después de que sufrieran la tragedia causada por Noel. 

Sacaron el lodo de las casuchas de madera podrida y zinc viejo, pararon los techos derribados, secaron los  muebles y las cortinas que cubren sus paredes, y volvieron a la vecindad.

En el sector San Rafael sobrevive quien puede. Todo que el salió de los refugios de los centros educativos, ubicados en la parte más alta, pasado los días volvió a sus ranchetas. Los sacerdotes de estas zonas, lo mismo que las organizaciones barriales, hicieron lo posible por sensibilizar a las autoridades sobre la necesidad de desarrollar un proyecto habitacional dirigido a reubicar a las familias. La lucha es desigual: la gente sigue la ocupación de los márgenes del Ozama y el río sigue expandiéndose.

Entre la ignorancia y la delincuencia.  Jóvenes con heridas en el vientre,   en los brazos, cicatrices en el rostro, tatuajes en  el cuerpo, y  el pelo trenzado, son algunas de las características que muestran los pobladores de Los Guandules, donde hay una evidente falta de escolaridad y de atención del Estado.

LA CLAVE

 Pudo tener otra vida

No fue así. No tiene de otra que, a sus 22 años, seguir siendo madre soltera, a no ser que haga un gran esfuerzo. Sin nada por hacer en el día a día, y teniendo que soportar hambre, Ruth Vicente es de las muchachas del sector Los Guandules que requiere de ayuda. Esta joven se afanaba ayer por hacer saber que tiene precariedades y que está sin marido. El son la encuentra dentro de una rancheta rodeada de agua, lodo y basura, y pasado las 24 horas dentro de una zona en la que la música de calle retumba a todo el que entra a los colmados del sector San Rafael.

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