La teocracia

La teocracia

Cuando el pueblo Judío fue constituido como nación, le pidió a Samuel que le constituyera un rey.

El profeta consultó a Dios, quien le dijo que procediera a complacerlo, advirtiendo sobre todo lo que esto implicaría: asignación de impuestos para el pago a funcionarios y el uso de los hijos para la guerra, entre otras cosas.

La única justificación para esta decisión era ser como las demás naciones de alrededor.

A ellos no les había ido mal con Dios.

El los formó, los protegió, los sacó de la esclavitud egipcia y los introdujo en tierra que fluía leche y miel.

El sistema de gobierno de Dios es la teocracia-gobiemo divino.

Es el mejor sistema porque el Señor es la fuente de todo bien y de toda perfección.

En él no se manifiestan las actitudes propias de los hombres que son la injusticia, la ambición, la indiferencia, la maldad, la corrupción, la demagogia, la mentira, el engaño…

Estas se hacen presentes en todos los sistemas, incluyendo la democracia, considerado como el humanamente más perfecto.

¿Es posible hoy la existencia de una teocracia?

Esto se intenta donde los guías espirituales dirigen en nombre de Dios. Pero en término real no es posible.

Ya los videntes antiguos testamentarios no están.

El canon indica que estas comunicaciones directas con lo divino terminaron ahí.

Ahora la misma Iglesia Católica y el resto del cristianismo se valen de la democracia.

 Es que sus propios líderes son pasibles de equivocarse y cometer serios errores contra el pueblo y la humanidad, al extremo de tener que pedir perdón.

Mediante la democracia se busca que el control descanse sobre el mismo pueblo.

 Pero es un sistema imperfecto. Descansa en mecanismo y no en la integridad y los valores humanos.

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