La teoría del justo medio

La teoría del justo medio

La “madre de las batallas” en política económica está prescrita por la Constitución del 2010, consagrada en la Ley de la Estrategia Nacional de Desarrollo y anunciada en el discurso de toma de posesión el pasado 16 de agosto. Es el “Pacto Fiscal” que convocará el Presidente Danilo Medina en un ejercicio recelado por algunos, vilipendiado por otros y menospreciado por muchos, ya que los consensos en la tradición política dominicana no han significado reformas estructurales significativas. En esta ocasión parece que no será tan inocuo el ejercicio.

Las razones que tengo para afirmar que el momento ha llegado es que el ambiente internacional no nos permite perder más tiempo: ¡hay que reformar ahora o ahora! Por lo que reflexiono sobre algunos principios rectores de la política fiscal para ilustrar lo que está en juego en la economía y en la sociedad dominicana.

Una primera reflexión: la política fiscal de tener vocación de ser instrumento de desarrollo. Es decir, no podemos argumentar sobre el tamaño del Estado para reducir la capacidad operativa del Estado. Lo adecuado es insistir en la calidad del gasto, porque en verdad necesitamos convencernos que el objeto de la economía es la erradicación de la pobreza y la garantía de las condiciones de vida digna para todos los ciudadanos. La generación de riqueza no es suficiente, pero sí es una condición necesaria para lograr una sociedad equitativa.

Una segunda reflexión: la política económica debe enfocarse a una sociedad de “oportunidades” a los “emprendedores”. El incentivo a la adopción de nuevas tecnologías y nuevos esquemas de negocios debe ser pro-activa, con recursos frescos y asistencia técnica adecuada. Me llega a la memoria el programa de Chile a los emprendedores del mundo entero (no es exclusivo a los chilenos) que te financian el emprendimiento con el solo requisito que resida en Chile un tiempo determinado durante el desarrollo del proyecto. La queja de los “establecidos” protegiéndose de los por “establecerse” en una perversión del mismo concepto del emprendurismo.

La política fiscal debe comprender este sector con imaginación. Una tercera reflexión: la política fiscal debe conllevar el establecimiento del sistema de seguridad social. En el medio se encuentra la discusión entre lo “público” y lo “privado” en la oferta de servicios sociales. Es una vergüenza que por razones de “protección” del negocio privado de las ARS no se aplique la cobertura universal de la seguridad médica. Estamos frente a la inversa de la discusión en la política norteamericana: aquí la ley manda y no se aplica; allá, el clamor es que la ley no debe permitir la cobertura de salud universal.

Este problema debe estar en el corazón de la política fiscal. Una cuarta reflexión: rescatar el principio de progresividad de la estructura impositiva. Los impuestos actuales recaen en cinco figuran principales que son: ITBIS que representa el 32%; Impuesto Sobre la Renta, el  14%; Impuesto Selectivo al Consumo de Bienes (ISC), el 14%; Impuesto Selectivo al Consumo de bebidas alcohólicas y tabaco, el 8%; Arancel de Aduanas (IA), el 8%; Otros impuestos (al patrimonio, el 6%; y al consumo (8%); y Resto de impuestos, un 10%. Las  cifras hablan por sí solos. Una quinta reflexión: no es momento para el fundamentalismo económico.

Entendemos por fundamentalismo económico argumentar que “el mercado resuelve todos los problemas” o, al contrario, sostener que “el Estado tiene la autoridad para regularlo todo”. Son posiciones fundamentalistas porque niega la naturaleza de la realidad de economía mixta. El “Pacto Fiscal” debe posicionarnos  en la visión estratégica de un Estado previsor y de un Mercado eficiente que conjuntamente aprovecha las oportunidades de mercados que ofrece la dinámica de la globalización. Es una meta que debemos enfrentar todos los dominicanos. Es lo que he dado en llamar la “Teoría del justo medio”, como hablaban los teólogos medievales.

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