La teoría vive… a veces demasiado

La teoría vive… a veces demasiado

De buenas intenciones está empedrado el camino del infierno, indica un adagio. La paradoja de la sentencia encuentra mucha confirmación en República Dominicana. Está a la vista una serie de leyes encharcadas en altos índices de irrespeto. Además de abundantes estudios concluidos o en marcha para conceptualizar y trazar metas. Los seminarios y talleres nunca han faltado. Incluso se ha visto a gobiernos pagar millonadas a consultores internacionales (caso de Jacques Attali) para forjar estrategias de desarrollo y luego ignorar olímpicamente sus recomendaciones. Algunos problemas nacionales motivaron cónclaves con sus conclusiones para luego seguir caminando torcido.
Se aspira a enfrentar con leyes nuevas el caos en el tránsito como si no estuvieran “vigentes” reglamentos pormenorizados hasta para el llamado “concho” y para todo conductor o chofer con tipificaciones sobre la temeridad, la ingesta de alcohol y la prohibición de circular en el transporte público sin previa autorización. Un valladar legal que no funciona y que muchos proponen sustituir por otro ¿para seguir en la misma indolencia? Aquí se ha legislado lo suficiente para vivir como Dios manda en importantes ámbitos pero el mal permanente de la falta de voluntad y diligencia de gobernantes y el azote de gobernados irrespetuosos, generan inoperancia. Se justifica actualizar legislaciones; más se justificaría que eso sirviera de algo.

Generalizar la hospitalidad

En el interés de cuidar al turismo no debería cercenarse el acceso constitucionalmente consagrado de todos los ciudadanos a las playas. Procedería, eso sí, reclamar que las autoridades impongan respeto en ciertos lugares públicos para proteger el derecho de dominicanos y extranjeros a disfrutar sin estorbos de las bondades de la naturaleza. El turismo aséptico de cotos alejados de de lo criollo y del resto de país debe evolucionar con el concurso oficial hacia el esparcimiento sin límites territoriales. Se ha hecho una gran inversión vial que acerca los complejos hoteleros del Este a la capital y a un costo elevado se rescata el intramuros de Santo Domingo. Importantes metas deben ser alcanzadas a buen paso en materia de seguridad, ornato y ordenamiento urbano para que el país sea acogedor y seguro no solo para turistas; también para quienes aquí estamos de manera permanente.

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