La terquedad del compromiso

La terquedad del compromiso

Cuando se asume un compromiso éste nos lleva a mantenerlo hasta las últimas consecuencias. Pero cuando ese compromiso se hace inexpugnable y se convierte en una terquedad, entonces se lleva hasta la muerte. Es lo que podemos decir del compromiso de  vida asumido por Juan Ducoudray. 

Que es el mismo que asumieron Félix Servio (su hermano), Abelardo Vicioso, José Espaillat, Quirico Valdez, Pedro Mir y toda esa generación que hizo parte de la juventud Democrática y de todas las luchas posteriores del pueblo dominicano. Ese es el compromiso que asumió Guillermo Ducoudray, muerto en la gesta heroica del 14 de junio de 1959. Ese es el compromiso que ha asumido toda su vida doña Josefina Padilla y Poncio Pou, quienes acudieron con toda dignidad a los funerales de ese dominicano ejemplar.

He sido de los privilegiados de esta tierra que ha tenido la oportunidad de compartir humildes, pero intensas y valerosas jornadas de trabajo con la totalidad de los ya citados, pero particularmente con Juan Ducoudray, quien el pasado 27 de marzo dejó de existir físicamente, pero al mismo tiempo su modesta existencia cobra valor y relevancia tras comenzar a difundirse el legado histórico que nos deja este ilustre dominicano, quien no se doblegó en un solo instante de su vida en su lucha por la verdadera libertad del pueblo dominicano y de los humildes del mundo.

En días pasados leí la historia que nos cuenta Miguel Guerrero sobre la estancia de Juan en su casa, a causa del valor de la solidaridad aplicado magistralmente por su hermano. Narra Miguel una estadía de dos meses escondido en el interior de una casa, a contrapelo del Padre. Esa es una de las estancias más cortas de Juan Ducoudray, quien tuvo varios episodios de cárcel durante la dictadura, incluyendo un período de dos años.

Juan fue uno de esos dominicanos que tuvo que conocer los rigores del exilio que generan las dictaduras, máxime cuando se trata de regímenes sangrientos como lo fue el trujillismo. Durante ese exilio conoció figuras de primera magnitud en la escena internacional, como fue el caso de su encuentro con el Che en Guatemala durante el gobierno democrático de Jacobo Arbens. Luego tuvo la oportunidad de ver de nuevo al glorioso Guevara después del triunfo y como comandante de la revolución Cubana. También conoció a Fidel Castro.

Tanto Juan, como su hermano Félix Servio trabajaron en Radio Rebelde en los inicios de la Revolución Cubana. Un hermano de lucha y de fraternidad, como lo fue Quirico Valdez, un humilde zapatero dominicano, pero que había tenido la oportunidad de hacer un curso en La Unión Soviética, se convirtió en uno de los traductores de los primeros Rusos que llegaron a Cuba al inicio de los 60.

De manera que Juan Ducoudray y los jóvenes del PSP jugaron un papel importante en los días iniciales de la revolución Cubana y durante el resto de su vida, no solamente defendieron ese proceso, sino que acompañaron las luchas de los diferentes movimientos  por la libertad  y la democracia en América Latina.

Juan y sus compañeros regresaron inmediatamente al país tras la caída de la tiranía y se incorporaron a todas las luchas del pueblo dominicano, defendieron la causa de la Constitución del 63, participaron en todo el proceso de abril del 65, continuaron con la resistencia durante los doce años de Balaguer, posteriormente se incorporaran al Partido de la Liberación Dominicana, junto al profesor Juan Bosch, con quien mantuvieron una alianza histórica.

Jugaron un papel estelar en el desarrollo de ese partido particularmente en la década de los 80. Durante ese tiempo Juan tuvo la responsabilidad de ser el director de la revista POLITICA: TEORIA Y ACCION y luego director del semanario VANGUARDIA DEL PUEBLO. En 1992, siendo diputado por el Distrito Nacional, se convierte en uno de los fundadores de la Alianza por la Democracia, manteniendo una estrecha colaboración con nuestra organización, a pesar que desde hacia varios años se había retirado de la política partidaria.

Aunque es preciso aclarar que en ningún momento Juan Ducoudray se retiró de la militancia política, ya que hasta el último momento de su vida permaneció luchando por los mejores intereses de los sectores populares de la República Dominicana y del  mundo. Vivió hasta el último instante con LA TERQUEDAD DE UN COMPROMISO inquebrantable por las transformaciones profundas de la sociedad dominicana.

Hoy que ya Juan no está con nosotros entre los vivos, le recuerdo con una frase de Amín Abel Hasbún (cuya madre acaba de fallecer al momento de escribir estas líneas), quien decía que cuando nos nos quede vida “quedarán nuestros huesos que servirán de bandera” para las presentes y futuras generaciones.

No puedo concluir estas notas sin hacer acopio de la DIMENSIÓN ÉTICA en la vida de Juan Ducoudray. Vivió y murió con los principios de unas profundas convicciones sobre la necesidad de una sociedad distinta, más justa, más democrática y más solidaria. Su vida es un ejemplo de la ética política revolucionaria. Vivió en la más inmensa modestia despreciando toda forma de lujuria y dando cátedras en la vida cotidiana de cómo la humildad en los estilos de vida refleja la grandeza de aquellos seres que creen intensamente en una sociedad equitativa, fundada en valores y sólidos principios.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas