La terrible batalla por la ley de Cine en República Dominicana: ¿hasta cuándo habrá que esperar?

La terrible batalla por la ley de Cine en República Dominicana: ¿hasta cuándo habrá que esperar?

No suelo asistir a muchos actos sociales, en cambio me gusta estudiarlos porque en su look mediático tienen un excelente trasfondo de lectura societal. A finales del año pasado, en un lugar que no era la Mancha, que, sin embargo, quiero recordar (gracias, Cervantes), fui invitado a un acto. Perdón, ahora recuerdo: fue en la avenida Tiradentes, en el local de la OPI, una oficina gubernamental de promoción de inversiones extranjeras en el país.

Allí se había congregado la grey fílmica de la nación existiendo una clara línea entre mansos y cimarrones, pero todos los que allí estábamos celebrábamos la ley que creaba la “Comisión Cinematográfica Nacional”, aquello al menos era un paso importante, quizás el hecho de adscribirla a la OPI, indicaba que la visión era exclusivamente para que en el rubro de las inversiones extranjeras en la República Dominicana las producciones fílmicas fueran un rubro más del trabajo de la OPI.

En su momento, para no enturbiar el panorama, preferí ser prudente, y no escribir sobre el tema: creo que la República Dominicana crea un precedente, como solo ella sabe hacerlo, adscribiendo, quizás para su necesaria independencia, esta Comisión Nacional de Cine a la de una oficina de inversión extranjera, pero ya lo dijeron esos sabios indígenas de América del Norte, los Sioux: a caballo regalado, no se le miran los colmillos.

Desde mediados del año pasado he logrado establecer un contacto fluido con Juan Basanta Ortiz, director de esta oficina.

La idea ha sido intercambiar ideas a modo voluntario para revisar leyes cinematográficas de otros países con el fin de poner la nuestra a tono con nuestra realidad, en principio y al mismo tiempo, ponerla a tono con los requerimientos generales de todas las leyes latinoamericanas, que han precedido a la nuestra.

SIN LEY CINEMATOGRÁFICA NO TENEMOS MARCO LEGAL PARA PELEARNOS POR ALGO QUE SE DEBE HACER

En el mejor estilo dominicano, sé perfectamente que consensuar esta ley será como tratar de quemar con un palillo encendido el ojo al Cíclope, para decirlo de modo clásico y elegante quizás ó quizás ponerle pantaletas a un pulpo.

Pero al menos, eso sí, será una pelea en de un marco legal, que permitirá muchas cosas interesantes en el futuro.

Sin tener esa Ley, podríamos discutir hasta el día del juicio final, pero todo sería en vano, sería una discusión estéril, banal…

Por eso es importante que esta ley termine de ser confeccionada, la misma por el momento está camino a un ante proyecto de ley.

Pero para que esta ley tenga peso y eficacia, no solo un sector debe ser consultado, porque entiendo que los sectores que tendrán que poner su grano de arena fiscal, deben ser motivados para los fines de lugar, en este artículo explicado.

Una ley Cinematográfica en la República Dominicana crearía responsabilidades netas y directas a los sectores involucrados, pero al mismo tiempo deberá dar incentivos a esos mismos sectores, para que la ley, al buscar su base de financiamiento, no sea la ruina del sector y de paso, cree una desarmonía innecesaria, aun cuando sabemos que en este sector no todos los intereses son coincidentes…

Se agrega a ello, además, que ya en el año 2004, las cosas no son como en los años 70, donde había delimitaciones entre sector exhibidor y sector de distribución fílmica, no hay que olvidar tampoco, que si algo ha afectado al público que gusta de películas que no son de los grandes estudios, ha sido aquella figura mágica, de los distribuidores independientes ( los famosos y queridos, idos también: JJ González, Sr. Joaquín Ginebra, Villanueva ), que en los años 70 transformaron el panorama de la distribución creando mejores opciones para el público amante del cine.

El panorama actual, es diferente: las mismas cadenas exhibidoras tienen también sus arreglos para nutrir sus cine de películas, en otras palabras, el panorama es más cerrado y la oferta es menor, ello explica las programaciones en decenas de salas de los grandes productos de Hollywood, no solo en la República Dominicana, sino en el resto de América Latina.

Creo que se debe legislar para todo el mundo y en la medida en que las salas tendrán que incentivar la producción nacional, en esa misma medida, el diálogo será importante para buscar los consensos debidos, para que no pase como ha sucedido en la Argentina, explicado por el director Fernando Musa, en el encuentro de cine Latinoamericano de Funglodes: la ley de exhibición de cortometraje existe, pero en la práctica, no se cumple.

Hay que promover la ley, sus valores de progreso, lo que ella implicará a largo plazo para el país y sus valores creativos.

Lo que no se debe hacer es politizar la ley, eso no se debe hacer.

No es correcto festinarla, no tiene sentido darle un contenido propagandístico en función de la actual campaña política.

En el Listin Diario, el jueves 26 de febrero, en la sección de Espectáculo, un funcionario estatal daba la noticia de la terminación de la Ley Cinematográfica, noticia desinformadora, porque la ley todavía es un ante proyecto a revisar y corregir, para evitar las burradas típicas en las que los dominicanos, por irreflexivos y ligeros, solemos incurrir.

Pero además, a esta ley hay que apartarle el cáliz de la politización verborreica y pasajera, la politiquería siempre pasa, la ley tiene visos de más trascendencia, solo una persona que no tiene nada que ver con el cine, sería capaz de cometer semejante barbaridad.

La ley de cine es una vieja conquista de un sector, de los que siempre hemos estado aquí, se explica por qué un advenedizo tiene tendencia a politizar una ley que no lo merece.

Porque tengo la certeza, además , de que es una ley cuyo consenso no será difícil, por esa razón, justamente, no debe ser politizada, una vez más lo afirmo.

EL ANTE PROYECTO BASANTA/GIACINTI O LEY DE INCENTIVO A LA INDUSTRIA CINEMATOGRÁFICA. ALGUNAS OBSERVACIONES AL RESUMEN

El ante proyecto Basanta/Giacinti comprende solo un aspecto de lo que en términos generales sería una ley de cine en la República Dominicana, tiene de positivo que es una base, es la parte del desarrollo industrial y sus apéndices, las ideas desarrolladas en relación a estos temas financieros, pasarían a ser un bloque de lo que realmente sería una Ley de cine general, que termine de darle status profesional verdadero a todo el personal que se mueve en todo lo que tiene que ver con el cine.

El hecho mismo de que este ante proyecto haya nacido al calor de la OPI, explica su carácter monotemático en relación a las ideas y los temas industriales del cine, pero es importante saber que existen los temas complementario básicos de una ley de cine como son:

1. definir el carácter profesional del sector, es decir por ley el Estado reconoce esa profesión y le crea un marco legal adecuado.

Ejemplo tomado de la ley Peruana de cine (1.994):

[b]Cito: “ Capítulo I[/b]

[b]De las definiciones:[/b]

Art.1. Para los efectos de la presente Ley se entiende por:

a) OBRA CINEMATOGRÁFICA.: Toda creación expresada mediante una serie de imágenes asociadas, con o sin sonorización incorporada, fijadas, grabadas, o simbolizadas en cualquier material, que esté destinada esencialmente a ser mostrada a través de aparatos de proyección o cualquier otro medio de comunicación de la imagen y el sonido.“

No quiero atiborrarles, pero de este modo esta ley excelente va reconociendo lo que es un Largo Metraje, lo que un corto, lo que es un productor, lo que es un director, lo que es un guionista etc.

En otras palabras, establece el marco profesional que nosotros debemos también reconocer, sin demoras.

Luego de todo un marco de definiciones, la ley entra en el capítulo de los objetivos y luego entra en el capitulo que define qué es una obra cinematográfica Peruana, que dicho sea de paso, es la parte en que más coincide con el ante proyecto dominicano de Basanta/Giacinti.

Debemos seguir trabajando en esta ley Dominicana de Cine y debemos también aprovechar el hecho, de que al ser uno de los últimos países de América Latina en crearla, tenemos a nuestro favor el beneficio legal de las mejores leyes creadas para nuestros mejores fines y usos.

Todo lo que se ha hecho hasta el presente es un excelente punto de partida, pero todos debemos hacer más, porque mientras no tengamos un marco legal, en un país tan difícil, nuestro sector se queda sin respiro y sin derecho a esa industria nacional del culipandeo: es decir, sin derecho al pataleo.

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