La tesis de los “distintos” basada en la igualdad de los “malos”

La tesis de los “distintos” basada en la igualdad de los “malos”

A mí no terminan de sorprenderme las acusaciones y diatribas provenientes de los que, por alguna participación en hechos históricos recientes, creen tener todo el derecho para calificar y descalificar, con el más absoluto desconocimiento de causa, a todos los funcionarios de este Gobierno. 

Esas generalizaciones nada tienen que ver con el pasado marxista o revolucionario de estos escritores dedicados con mucho tesón a sus construcciones apriorísticas, aunque ese pasado parece darle el derecho, ahora, de desestimar los hechos tozudos, de “matar” sin evidencias ciertas y de apuntar sus gastados fusiles calumniosos contra aquellos que están del otro lado de sus trincheras imaginarias. 

Ninguna dialéctica debería edificar una filosofía de lo distinto basándose en una igualdad cualitativa de los componentes del conjunto, porque eso sería trillar el camino que imponen las subjetividades propias de aquellos que nunca entendieron el método y que sólo merodean descriptivamente los fenómenos sociales, sin preocuparse por lograr aproximaciones válidas, aunque fueren parciales. El artículo aparecido el día 3 de mayo en este prestigioso medio de comunicación, firmado por Hamlet Hermann, tiene algo bueno. Enarbola la tesis de lo “distinto” poniendo un buen ejemplo, el de la señora Altagracia Paulino.  Se cae cuando gesticula en torno a que los “iguales” son una gran mayoría, son todos los funcionarios del Gobierno actual.  Naturalmente, pone a DIGENOR de ejemplo, sin ni siquiera saber cómo funciona, cómo ocurren las cosas, cuáles son los procedimientos, dónde comienza y terminan las actividades de esta importante Dirección General. 

No sabe absolutamente nada y acusa; no sabe absolutamente nada y habla de complicidades de las que no tiene evidencias o pruebas válidas. Por ello, sus acusaciones son conjeturas y su ingeniosa tesis no vale más que la parte referida a Paulino, pero no sirve de nada cuando plantea que en el actual Gobierno todos son  iguales porque valen una cantidad. A Hamlet le digo que en este Gobierno hay muchos funcionarios honestos, que no valen ninguna cantidad.  Yo me encuentro en ese grupo y si quiere las evidencias que él no presenta cuando juzga, puede venir, sin su gastado fusil, a buscarlas a mi oficina, que se las daré por montones y sin aquella mezquindad argumentativa con las que presenta sus infamias.  No existe ningún reglamento aprobado o definitivo sobre GLP.  Se examina un borrador y la democracia sugiere que en el proceso de su elaboración deben participar todos los grupos de interés. No se hace un reglamento por los gaseros ni por sus instancias representativas y sería bueno que el señor Hermann participara de buena fe, si todavía le queda, en la segunda ronda de reuniones que se iniciará en este mes de mayo para que vea quiénes son los actores y cómo suceden las cosas. 

DIGENOR no aprueba reglamentos técnicos. Propone a un Consejo, en el que PRO CONSUMIDOR es miembro de pleno derecho, los proyectos de normas y reglamentos que son producto del más amplio consenso social.  En ese espacio, DIGENOR no tiene derecho a votar, sólo presenta los documentos normativos.

Si Hermann califica el reglamento como el instrumento filoso de una “emboscada”, entonces debo creer que olvidó sus conocimientos como ingeniero o que ignora lo que es una emboscada, lo cual no sería nada extraño porque, hasta donde tengo conocimiento, ese honorable señor nunca participó en una que tuviera éxito en  aquellos tiempos de los sueños legítimos de las guerrillas rurales. Curiosamente, salió vivo de todas las emboscadas organizadas por la Guerrilla Histórica de la segunda mitad de los setenta, quizás por sus excelentes dotes físicas de buen corredor o por su talento de esquivar peligros mortales inminentes. Finalmente, le puedo asegurar a todos los lectores, que soy muy distinto a Hamlet Hermann y que tengo mis razones para establecer las fronteras de nuestras diferencias de praxis y humanas y que me siento orgulloso de pertenecer a los del grupo de este Gobierno que pueden hablar duro, sin los altoparlantes de terceros, sin mediadores y sin defensores que, con los enfoques parciales e inconsistentes de Hermann, créanme, no me hacen ninguna falta.

 En cuanto a lo “distinto”, puedo asegurarles que tendrá todo el apoyo institucional y solidaridad práctica de que podamos ser capaces, por lo menos mientras permanezca en el puesto.

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