La tolerancia empresarial

La tolerancia empresarial

POr JOSÉ LOIS MALKUN
Si usted llega a ser un hombre o mujer de negocios importante en República Dominicana, con fuertes intereses en varios sectores y actividades, pero igualmente vulnerable por esas debilidades propias del quehacer empresarial, entonces tiene que prepararse para actuar con extrema tolerancia. Sólo eso explica que la cúpula empresarial de Santiago se reuniera de nuevo con el Presidente Fernández para escuchar la misma historia de hace dos años sobre la causas del cierre de muchas empresas de zona franca y la pérdida de 37 mil empleos sólo en la región del Cibao.

Después de exponer sus quejas, pero obviando el fondo del asunto, los empresarios llegan a la conclusión de que los requerimientos del sector “no son económicos sino de trabajo en conjunto”. Genial. Y claro el Presidente, devolviendo esas gratas palabras, promete, como lo hace siempre, hacer un relanzamiento de la economía de la región y para tal fin hará un Consejo de Gobierno en Santiago próximamente.

A esto, los empresarios agregaron la queja generalizada sobre las obras públicas que están paralizadas en Santiago y zonas aledañas, lo que también será analizado en el próximo Consejo de Gobierno.

A veces las obras de teatro, aunque son historias ficticias o como muchos dicen, puro teatro, resultan ser más realistas y conmovedoras que las que uno ve en la vida diaria. Porque estas ultimas son definitivamente una farsa.

Comencemos por la zona franca. ¿Alguien cree que este sector, o cualquier otro, podrá aprovechar el DR-CAFTA con una tasa de cambio sobrevaluada en más de un 20%? ¿Puede competirse con Centroamérica cuya energía es 30% más barata? ¿Puede el país competir con El Salvador que dolarizó su económica?

Como eso no existe, aceptemos la realidad de que mientras el Gobierno considere la tasa de cambio como un instrumento político y mientras nadie se atreva a mencionar la devaluación gradual como una opción para frenar la quiebra del sector exportador, entonces sigamos con la farsa. Terminaremos importando hasta los cigarrillos Marlboro de Estados Unidos, que es mucho decir. Y a las zonas francas las recordaremos con nostalgia en la historia económica dominicana destacando sus contribuciones al empleo (de nacionales) y al ingreso en divisas. Lo peor del caso es que el turismo puede seguir el mismo camino en un futuro cercano, aunque se sigan anunciando proyectos millonarios próximos a iniciarse.

Y esa es la triste realidad que nadie se atreve a tratarle directamente a un Presidente. Porque la tolerancia empresarial se traduce en llevarle la corriente a los gobiernos y escuchar las mismas historias y promesas de siempre, a sabiendas de que sus empresas no tienen salvación. Ninguna salvación, salvo que se modifique el entorno económico, sino es que ya es tarde para el salvamento. Todo es cuestión de tiempo.

Pero pasa lo mismo con las inversiones y gastos del Gobierno. Porque nadie se atreverá a decirle al Presidente en un Consejo de Gobierno “Señor Fernández, con todo el respecto que usted me merece, ¿porque no dispone una desaceleración del Metro y distribuye parte de ese dinero en la terminación de cientos de obras públicas que están paralizadas?” ¿O porque no se reduce el despilfarro en los gastos públicos, que no se detienen aun después de su anunciado Plan de Austeridad, para reorientarlos en obras prioritarias?

Obviamente, el Presidente, como buen político, pero ignorando todo lo que significa la palabra “empresa” le dirá “una cosa es con guitarra y otra es con violín, pero les aseguro que vamos a cumplir con nuestras promesas en el Cibao, no lo defraudaremos. Que Dios los bendiga a todos y nos vemos pronto”. Fin de la historia.

O de la farsa, porque todo el mundo sabe que el Metro se chupa el 40% de la inversión pública y el resto apenas alcanza para seguir dándole maquillaje al Distrito Nacional y sus alrededores, donde el PLD tiene (o cree que tiene) la mayor concentración de votos. Por el lado del gasto corriente, la reelección no dará tregua para continuar con el derroche, la corrupción y la francachela. Al resto del país que se lo lleve el diablo.

Al final de ese esperado Consejo de Gobierno, todos los empresarios cibaeños volverán tranquilos a sus hogares conscientes de que nada se resolverá pero confiando en que algún día esto cambiará. Porque de no tener esa esperanza, lo menos que le queda a muchos de ellos es pegarse el tiro de gracia y amén.

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