La tormenta en formación

La tormenta en formación

FERNANDO PELLERANO MORILLA
Desde hace dos años, el profesor Wynne Godley ha venido advirtiendo sobre la creciente probabilidad del colapso del mercado hipotecario de viviendas de los Estados Unidos y sus consecuencias; inclusive, de una recesión económica en el mediano plazo (2008 2010).

El prof. Godley llegó a esa conclusión con la ayuda de su modelo acervo flujo para el análisis estratégico de la economía norteamericana, construido con la colaboración de Alex Izurieta y Gennaro Zezza, del Jerome Levy Institute de Nueva York. Este tipo de modelos incorpora de manera consistente en un sistema completo las variables reales y financieras de flujo (ingresos, consumo, préstamos) con las variables de acervo (deuda, activos financieros, capital).

Durante los últimos cuatro años, Estados Unidos ha estado creciendo de manera estable a tasas relativamente altas. Este período de auge de la economía más grande del mundo ha sido impulsado por un déficit gubernamental (gastos mayores a los ingresos públicos) de cerca del 6 por ciento del PIB y un balance negativo del sector privado (gasto de consumo e inversión mayor al ingreso disponible) de cerca del 5 por ciento del PIB. Pero, como es una necesidad lógica de la contabilidad del ingreso nacional que la sumatoria de los balances financieros de los tres sectores que componen la economía tiene que ser cero, el déficit en cuenta corriente necesariamente ha oscilado entre un 5 y 6 por ciento del PIB.

Si quiere comprobarlo parta de la conocida identidad del ingreso nacional (Y = GP + G + X   M), reste los impuestos (T) y el gasto privado (GP) de ambos lados, y le dará [(Y   T   GP) = (G   T) + (X   M)]; o sea, que el balance del sector privado es igual al déficit gubernamental más la cuenta corriente de balanza de pagos (exportaciones menos importaciones).

Sabemos que el déficit presupuestal se ha debido al recorte de los impuestos a los ricos y a los gastos militares del gobierno del presidente G. W. Bush. Pero el déficit del sector privado personal se explica por la expansión del gasto, tanto de consumo como de inversión (viviendas), estimulado por un período de uno diez años de aumento continuo de los precios de las viviendas. Una política de crédito bancario personal laxa, permitió a muchas familias de clase media comprar más de una vivienda con fines especulativos, y a familias pobres acceder a los llamados créditos hipotecarios originales: con períodos iniciales a tasas de interés y montos de amortización más bajos y reajustables hacia arriba en períodos subsiguientes (el llamado mercado hipotecario «subprime», mas riesgoso).

Una vez comenzara la crisis de pagos del mercado «subprime», se sabía que iba a continuar hacia el mercado hipotecario y, finalmente, hacia el mercado de viviendas. La consecuencia de este efecto dominó sobre el balance de los bancos y las familias es obvio (los economistas lo llamamos corrección). Se esperan caídas de precios en el mercado de viviendas de hasta un 50 por ciento y las ejecuciones de hipotecas se acumulan como epidemia de ratas.

Desde que Milton Friedman publicara su investigación del gasto consumo en 1957 (sin duda su mejor aporte), se sabe que el consumo personal no sólo depende del ingreso, sino también del valor de la riqueza acumulada. La principal riqueza de los hogares es su vivienda, si ésta contrae su valor (además de la obligación de pagar la deuda para no perderla), la demanda de consumo privado bajará. El remolino en el mercado financiero norteamericano podría llevar a los inversionistas extranjeros (China, Japón, UE) a reducir su confianza en el dólar y, por tanto, en los bonos del Tesoro estadounidense. Si ninguno de los países antes citados hace el relevo en la función de motor del crecimiento mundial que ha cumplido hasta ahora Estados Unidos, tendremos recesión económica en nuestro vecino del norte para los próximos años.

Los Estados Unidos son nuestro primer mercado de exportación, el principal componente de la demanda de turismo y la principal fuente de remesas del exterior, de inversiones en zonas francas y de capitales financieros. Una recesión en Estados Unidos hará que la economía dominicana crezca a un ritmo menor que el de los últimos dos años.

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