La tortuga que se convirtió en liebre

La tortuga que se convirtió en liebre

La décimo nona Convención Nacional Extraordinaria del Partido Revolucionario Dominicano fue un éxito del trabajo, la disciplina, la constancia, la claridad de objetivos y el esfuerzo de cientos de personas que, voluntariamente, dedicaron su tiempo al triunfo del candidato Hipólito Mejía.

La fábula de la carrera entre la liebre y la tortuga se ha repetido, y no termina, a lo largo del camino recorrido por la humanidad.

Aquí ocurrió algo que… pero mejor escuchemos al abuelo.

Es sabido, dijo el abuelo mientras contaba historias a la luz de las lenguas de fuego que cocían un puerco en puya, es sabido, repitió, que la liebre es uno de los animales más rápidos.

Conversaba la liebre y la tortuga en medio de un grupo de amigos y a un chusco se le ocurrió arreglar una apuesta, porque pensaba que podría ridiculizar al quelonio. La tortuga tenía un porcentaje tan escaso que parecía dudoso que triunfara ante la liebre, la cual reclamaba tener el 99 por ciento de posibilidades de ganar la carrera.

El único modo de subir una escalera es comenzar por el primer peldaño.

Hay que escalar un peldaño tras otro sin mirar atrás, trabajando para lograr el objetivo.

Aquella liebre era amiga de un camarón con el que conversaba, a la orilla del río, sobre lo importante que es no dormirse en sus laureles.

Nunca, le recomendaba el camarón, debes permitir que te sorprendan. Trabaja siempre alerta siempre, sentenciaba el camarón, no te duermas.

No creas en los cantos de sirena, en las conciencias vendidas ni muchísimo menos en el espejo de la madrastra de la Cenicienta.

Las llamas pintaban inverosímiles cuadros, un rojo increíblemente hermoso  rompía la oscuridad de la noche mientras del puerco salían gotas de grasa que hacían chisporrotear el carbón.

El abuelo contaba cómo la tortuga partió de inmediato y comenzó a subir el porcentaje de posibilidades de ganar la carrera con su paso lento, pero seguro, constante.

La liebre se echó a dormir, confiada en que su velocidad le permitiría llegar a la meta cuando la tortuga estuviera a un cuarto del camino.

Los descreídos se apenaban de la tortuga, con la inocencia de quien no sabe de constancia, trabajo, sacrificio, fortaleza de espíritu, por eso  no supieron cuándo la tortuga se convirtió en liebre.

Quienes no confían en el trabajo y piensan que todo se puede y que todo se puede comprar, no se daban cuenta como la tortuga que salió con un porcentaje tan bajo se convertía en liebre, hasta que ganó la carrera.

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