La Toscana, el sabor de la tradición  y asombro de todo visitante

La Toscana, el sabor de la tradición  y asombro de todo visitante

EFE-Reportajes. Si la Toscana sorprende al viajero por su belleza artística, capaz de provocar un síndrome como el que ataca al visitante en Florencia,  o paisajística, con sus paisajes de colinas verdes y ocres tantas veces retratadas en el cine, también es capaz de distinguirse por su gastronomía, que se despega del típico culto a la pasta del resto de Italia.

La Toscana, al noroeste de Italia, es una de las regiones con más alto nivel de desarrollo del país, pero no siempre fue así, y su gastronomía sigue ligada a los productos de la tierra, sobrios, sencillos, pero sabrosos.

Este es el reino del aceite de oliva, los quesos, las legumbres y las verduras, la carne, el pan y, por supuesto, el vino. Pero también de algunos de los productos más apreciados por los gourmet, como las setas, con la escasísima trufa blanca a la cabeza.

Pero este tubérculo salvaje, por el que se pagan verdaderas fortunas, es una excepción para sibaritas en una zona donde se prefiere el aceite a la manteca, la sopa a la pasta y además se hacen innumerables elaboraciones a base de pan, el alimento básico desde antiguo, que en ocasiones es un ingrediente más del plato, desde la conocida tosta hasta el “filone” (pan sin sal típico de Siena), pasando por el “pan di ramerino”, una hogaza aderezada con pasas y romero.

Si el viajero inicia su periplo por la capital toscana, Florencia, y logra salir indemne ante el “síndrome de Stendhal” –una especie de trastorno psicosomático que describió y sufrió el célebre escritor francés al contemplar tanta belleza en poco tiempo-  se encontrará con una variedad gastronómica sin igual en Italia.

Comenzando por sus excelentes sopas de legumbres y verduras, como la famosa minestrone o la “ribollita”, de judías, más específica de Florencia, nacida de la costumbre campesina de calentar una y otra vez la sopa de judías preparada con antelación.

En verano, es más apetecible la “panzanella”, una especie de sopa fría parecida al gazpacho, hecha con pan empapado en agua, acompañado de tomate, cebolla  y en ocasiones anchoas, pero siempre aderezada con albahaca y aceite de oliva.

Pero la capital toscana, enclavada en el centro de la fértil cuenca del río Arno, se distingue sobre todo por su carnes, en especial la pieza llamada “bistecca”, un corte de solomillo de ternera con hueso, que se cocina a la brasa y se suele aderezar con romero y aceite de oliva virgen.

También es muy popular la «tagliata di Manzo», un lomo de ternera asado, que se puede tomar frío, en finas láminas aliñadas con pimienta, aceite y vinagre balsámico de Módena.

Y todavía más la “trippa” (menudos o callos de ternera), que se cocina de muchas formas, incluso con salsa de tomate y horneada, al modo de la pasta.

Para el postre, son típicos de Florencia los “bomolini” (pasteles dulces fritos) y la “schacciatta” (pastel con pasas).

Tierra del  Chianti.  Disfrutamos por tanto de una cocina muy pegada a la tierra, similar a la que encontrará en la ciudad de Siena, otro destino turístico de interés, que en lo gastronómico se caracteriza por sus “cantuccini”, “panforte” “ricarrelli” o “panpepato”, dulces de almendras pasas y especias, fiel recuerdo de su gran pasado renacentista.

En Siena abundan los platos de raíces campesinas, elaborada con los frutos que ofrece la naturaleza, desde la sorprendente sopa de ranas  hasta las especialidades en base a las setas, en especial el famoso hongo  “Fungi Porcini”, o boletus, que se degusta.

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Hacia el   mar

Florencia, Siena y Chianti
Se caracterizan por su cocina de productos sencillos, pegados al terruño, los amantes de los pescados y los mariscos se reservarán un hueco para su visita a las ciudades de Pisa, con su sin par torre inclinada, y Livorno, la segunda en importancia de la Toscana por número de habitantes (160.000 frente a los 370.000 de Florencia). En esta región toscana, incluye también el arhipiélago de las islas de Elba y  La Versilia.

LAS CLAVES

1.  El aceite de oliva
Además los quesos, las legumbres y verduras, la carne, el pan y, por supuesto, el vino. Pero también algunos de los productos más apreciados por los gourmets, como las setas, con la escasísima trufa blanca a la cabeza.

2.  La comarca del Chianti
Que ha dado nombre a uno de los vinos más conocidos internacionalmente; de hecho,  fue una de las primeras zonas en el mundo donde se constituyó un consorcio de productores.

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