MELO, Uruguay. AFP. «¡Oey, oey! gritan los peones, montados a caballo, al arrear un lote de 27 vaquillonas -recién desembarcadas de un camión, pesadas y controlada su trazabilidad- al redil para ingresarlas a un corral previo a su remate en una feria de ganado en Melo, este de Uruguay.
El remate ofrecerá 1.000 vacunos y 600 lanares, para grandes productores y frigoríficos, en el Local Convento de la Sociedad Agropecuaria de Melo (400 km al noroeste de Montevideo), un predio a 4 km del pueblo con todas las comodidades -mangas y corrales de madera dura, gradas de cemento techadas, galpones, higiene absoluta- y considerado el mejor local de feria del país.
Daniel Silveira, organizador del remate, dice a la AFP que en cada una de estas ferias -de las que se realizan varias por semana en todo el país- pueden moverse cifras entre 70.000 y 300.000 dólares.
Uruguay exportó en 2007 carne vacuna, ovina y otras por más de 1.000 millones de dólares, mientras las exportaciones totales fueron -entre febrero de 2007 y enero de 2008- de más de 4.700 millones.
La veintena de trabajadores rurales que laboran en la preparación del remate desde el alba visten a la usanza tradicional -bombacha, perneras de cuero, botas y sombrero o boina, facón a la espalda sujeto con la faja- pero, a diferencia de antaño, llevan teléfono celular.
A medida que llegan los lotes, un funcionario del Ministerio de Ganadería realiza el control sanitario y un paisano, con un lector magnético, lee la placa electrónica de las reses.
Tradicional feria
Venta millonarias
Julio Alori, directivo de Pantalla Uruguay, dijo a la AFP que se mueve un promedio de dos millones de dólares al contado en cada uno de estos remates, en los que se negocian entre 10.000 y 12.000 cabezas. Pese a la tecnologización, las ferias conservan la tradición y representan un acontecimiento social para los habitantes rurales.