La tragedia  de los ganaderos

La tragedia  de los ganaderos

Los ganaderos han hecho una denuncia muy seria, sobre responsabilidades en la tragedia que los afecta. En una conferencia de prensa de la Asociación de Productores de Leche (Aproleche), en la que estuvieron representados criadores de todo el país, se acusó a militares y policías de formar parte de las bandas de cuatreros que están acabando con sus vacunos. Sin duda se trata de una acusación muy grave que debe merecer una respuesta.

Desde hace mucho tiempo los ganaderos se han venido quejando de que los cuatreros que roban y descuartizan sus reses los están llevando a la quiebra. Para dar una idea de la magnitud del problema, ayer afirmaron que en los últimos cinco años el robo de ganado les ha ocasionado pérdidas que rondan los 1,500 millones de pesos. Estas pérdidas se suman a las que les ocasionan las importaciones de leche, que ellos atribuyen a competencia desleal.

Un sector económico tan importante como el de los ganaderos no se puede dejar a su suerte, a merced de los ladrones. Una denuncia tan seria como la que han hecho a través de Aproleche, una organización de reconocida reputación,  no debe ser pasada por alto sin motivar una investigación seria y profunda, que permita establecer responsabilidades en el robo de ganado. Es hora de tomar las medidas que sean necesarias para ponerle freno a esta tragedia.

Impotentes ante el uxoricidio

La frecuencia conque ocurren aquí los asesinatos de mujeres por sus parejas o ex parejas y la dificultad para prevenir y disuadir este tipo de conducta violenta de hombres cegados por los celos, tienen a esta sociedad en un estado de virtual impotencia.

La realidad es que no ha habido manera de articular una política de orientación que, al menos, le permita a la mujer conocer  a tiempo de qué es capaz el hombre con quien se está relacionando o con quien está quebrando una relación.

Ante  tan alta  frecuencia de crímenes de este tipo, la sociedad solo tiene la indignación y el asombro. La autoridad que debería trabajar para contrarrestar la conducta criminal de este tipo no parece tener respuesta adecuada y convincente.

Solo prevalece la convicción de todos de que hay que ponerle remedio a esta patología. ¿Por dónde empezar?

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