La tragedia haitiana

La tragedia haitiana

UBI RIVAS
La tragedia haitiana no es solamente la forma perversa en que Estados Unidos, Francia, Canadá y otros adláteres pretenden y plantean fusionar la isla Hispaniola en una sola etnia, sino todos los colaterales peligrosos que se derivan de esa estrategia explosiva.

Lo acontecido en estos días en que 24 nacionales haitianos perecieron en un camión de carga cerrada, donde esos infelices permanecieron durante cuatro días encerrados sin oxígeno suficiente, es una punta del iceberg que nos compromete a todos.

Los braceros haitianos transportados de manera ilegal y subrepticia desde Dajabón hasta Navarrete, donde hay 15 puestos de chequeo en ese trayecto custodiados por militares y policías, explica la connivencia eficiente para ejercer lo prohibido, punible y abominable.

Es precisamente en esa orientación a la inversa que la ciudadanía aspira que los hombres de uniforme tanto amarillo como gris, resguarden nuestra soberanía, nuestra integridad territorial, nuestra independencia, al espíritu estricto del artículo 93 de nuestra Carta Magna.

Bien ha dispuesto el titular de las FFAA, almirante Sigfrido Pared Pérez el arresto de todas las dotaciones estacionadas en la ruta Dajabón-Navarrete, que elementalmente debe incluir al coronel y al general que comandan la guarnición de Dajabón, cuyos nombres desconocemos, pero en el supuesto de que sean amigos de quien escribe, auspiciar la condena no varía un ápice.

También el titular del Ejército, mayor general José Estrella Fernández en su orden de arresto de 60 guardias de servicio en la citada ruta.

Los servicios de custodia de nuestra frontera deben ser asignados a personas de la más absoluta confianza tanto del titular de las FFAA como del Ejército, pretendiendo que procediendo en esa dirección, las cosas marchen cónsonas con la aspiraciones genuinas tanto de uno como de otro jefe militar. Los militares identificados en tráfico de extranjeros, de cualquier nacionalidad, deben ser separados deshonrosamente de los institutos armados, para ejemplo y escarmiento de lo que confrontarán los que elucubren delinquir y traicionar no solamente a sus funciones, a su cuerpo militar, sino a la República en función de permitir que peligre el vigor de nuestros atributos nacionales.

Sabido es que la frontera con Haití es fuente de tráfico legal e ilegal que mueven centenares de millones de pesos, dólares, euros, gourdes, es decir, un movimiento económico amplio, que complica y en el que participan muchos actores, directos e indirectos, empresarios y pueblo en general de los dos países, los primeros, y militares y policías y agentes de Migración, de Aduanas y colaterales parecidas, los segundos.

En el mercado abierto de Dajabón los lunes, por ejemplo, se me asegura que se mueven más de cien millones de RD$, demasiado dinero para una zona paupérrima como e la frontera, relegada al pairo por todos los gobiernos con la excepción del generalísimo Rafael Leonidas Trujillo, el único gobernante que históricamente se ha preocupado y ocupado de la frontera.

Es de reciente creación la Guardia Especial de Frontera, y es ahí donde reitero, los titulares de las FFAA desde ahora en adelante, deben designar a los jefes militares de su mayor confianza para que los controles sean efectivos y se corrija lo máximo posible, no pretender que se elimine, sucesos lamentables y dolorosos como el que ha motivado esta entrega a HOY.

Corregir y no eliminar, porque lo podrido en el hombre, contrabando, crímen, narcotráfico, abuso a las féminas, nunca se eliminará, pero con voluntad política es posible aminorar a niveles razonales. Es lo que la sociedad dominicana pretende y aspira.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas