La tranquilidad se ha perdido hasta en la casa

La tranquilidad se ha perdido hasta en la casa

MARIEN ARISTY CAPITÁN

Hace tiempo perdimos la libertad. Caminar por la ciudad se ha convertido en un acto tan suicida que muchas veces uno opta por quedarse en su casa para no engrosar la lista de las víctimas de la delincuencia y la violencia que azotan al país.
Estar en casa, sin embargo, tampoco es garantía de nada. Bien lo saben hoy los miembros de una familia que dormía la madrugada del martes pasado en su casa de Pantoja cuando dos ladrones entraron a la vivienda, los amordazaron, los golpearon y violaron a joven de 19 años… todo para robar el carro, computadoras, celulares, joyas y demás.
Este caso, que afecta a la enfermera de una amiga que se dializa en Cedimat, no es aislado: cada día uno ve que más gente cercana o conocida ha sido víctima de la delincuencia. El lunes pasado, por ejemplo, el hijo de una compañera fue asaltado a punta de pistola en la puerta de su casa.
Más grave aún fue lo que le sucedió a una amiga del colegio hace unos días cuando salía con una amiga de un edificio en Piantini: dos hombres en un motor las apuntaron con escopetas pero ella, en medio del susto, atinó a acelerar e irse a la Churchill (la vía más transitada a esa hora), donde descubrió que los tipos aún las seguían. Eran policías.
Las chicas tuvieron suerte porque había otros vehículos en el área y, tras gritar, todos encararon a los agentes. Al verse descubiertos, ellos dijeron que “solo las estamos cuidando”. Así nos cuida la Policía. Por eso estamos tan jodidos. ¿El Gobierno? Como siempre… callando.

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