La transparencia, el mejor antídoto ante cualquier ataque a la credibilidad

La transparencia, el mejor antídoto ante cualquier ataque a la credibilidad

Por encima de maledicencias y de intereses económicos y particulares, las entidades y mecanismos llamados a desempeñar una genuina función en favor del beneficio colectivo y de manera sensible en los presupuestos familiares, deben ser preservados en base a esquemas donde predomine la eficiencia y sobre todo la transparencia.
En lugar de disputas estériles se impone la eficiencia y un manejo a todas luces diáfano, principalmente en aquellas instancias en que concurre una combinación de la economía pública y la privada para generar desarrollo productivo y con capacidad de sostenimiento en el tiempo.
Esto no significa, en modo alguno, que se actúe por la libre, sin ofrecer explicaciones cuando estas sean oportunas y pertinentes ante inquietudes de los diferentes actores que intervienen en la actividad económica y comercial, ya que en una sociedad libre y democrática es importante ejercer plenamente el derecho a pedir cuentas.
Sin embargo, hay que tener cuidado en no hacer señalamientos alegres y sin el debido fundamento como ha ocurrido en varias ocasiones, en contra del crédito y la forma en que trabaja la Bolsa Agropecuaria de la República Dominicana (BARD), que preside Omar Benítez, un técnico de reputada capacidad y trayectoria.
Conocí a Omar y su esposa durante un viaje en que coincidimos en Europa, a propósito de una bolsa, no agropecuaria sino propiamente una feria turística a nivel internacional, y aunque desde antes sabía de su largo historial de trabajo profesional, el diálogo distendido y la cercanía me permitieron tener de él una dimensión humana y personal más acabada.
Su ganado perfil de persona seria y responsable le ha hecho merecedor del aprecio y la amistad de personalidades de gran integridad como la exvicepresidenta de la República, doña Milagros Ortiz Bosch, con quien compartió comentarios muy ilustrativos y realizados de manera llana y didáctica en el espacio Milagros en la Z.
Además de su firme defensa sobre la forma en que opera la BARD y ante los ataques de que ha sido objeto, Benítez subraya la necesidad de que sea preservada, ya que según su opinión, la comercialización de alimentos por medio de sistemas financieros de negocios, como las bolsas de valores, está llamada a reducir el alto precio que experimentan los productos agrícolas por causa de los márgenes que ganan los intermediarios y mayoristas.
Sus ponderaciones merecen atención y respeto, en vista de que no solo habla por sus conocimientos profesionales, sino por la gran experiencia como productor, o sea que lo que plantea está avalado por el trabajo propio y directo, no limitado a puras teorizaciones.

Sus explicaciones en ese sentido han sido muy claras y convincentes. Por ejemplo, en cuanto al impacto en términos de precios de los alimentos que adquieren los consumidores, sostiene que por medio del mercado financiero los productores pueden fijar los costos de sus cosechas con un contrato de entrega en un lugar y fecha determinados.
Asimismo, Benítez sostiene que mediante las bolsas el productor adquiere un mayor control del negocio agropecuario, debido a que a través de esa estructura dependerá menos de los comerciantes para colocar su producto en el mercado.
Un ejemplo práctico y suficientemente ilustrativo: la producción de granos de una determinada plantación del interior del país puede ser vendida por medio de la BARD con un contrato de comercialización con condiciones bien detalladas.
Benítez explica que en virtud del acuerdo se crea la facultad de fijar lugar y fechas de entrega, con un precio que incluya el transporte para el acarreo de los productos, lo que permite al agricultor acordar el precio con la determinación de la logística a seguir.
Tras sus pormenorizadas explicaciones, queda claro que la BARD es un instrumento beneficioso, tanto para productores como para los consumidores, pero requerirá como otras esferas del quehacer económico y comercial, vigilancia y seguimiento para mantener estándares de eficiencia y equidad, sin favoritismos ni distorsiones.

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