La Trinitaria y su defensa teológica

La Trinitaria y su defensa teológica

Al celebrarse este 16 de julio un año más de la fundación de la Sociedad Secreta La Trinitaria, creada por Juan Pablo Duarte, cuyo fallecimiento se conmemora el 15 del mismo mes, justo el día anterior, es necesario precisar para la posteridad algunos puntos que nos permitan comprender un poco más el contenido del nombre que el patricio colocara a su movimiento revolucionario.
Cada vez son más notables las intenciones de ciertos sectores que pretenden, con un esfuerzo en ocasiones hasta irracional, secularizar todo aunque esto implique tergiversar la historia, esto sin dejar de reconocer la influencia del pensamiento masón en la vida de Duarte. Ahora bien, pretender definir el origen onomástico de La Trinitaria en la orden de los Illuminati, es manipular los hechos históricos de una manera imperdonable.
Expuesto lo anterior, y al ponderar el contenido del juramento o compromiso trinitario, cuando reza inicialmente “En nombre de la Santísima Augustísima e indivisible Trinidad de Dios omnipotente…”, recibimos informaciones más que suficientes para conocer el venero no sólo del nombre La Trinitaria, sino también, de dónde procedía la pasión por libertad duartiana, sin temor a equivocarnos, de la Biblia.
Sin intentar atribuirle dotes de gran teólogo al patricio, Duarte exhibió con el nombre de su movimiento, así como con el contenido del juramento, gran coherencia con la teología bíblica que consagra exegéticamente la existencia de un solo Dios, que a su vez es santo, omnipotente y que habita la eternidad de manera indivisible en tres personas, a decir, Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Esta verdad bíblica, que a esta altura de los tiempos aún grupos cristianos cuestionan, estaba bastante clara en la mente de Juan Pablo Duarte, de tal manera que no dudó en dejarla plasmada en el texto constitutivo de la organización que tuvo a su cargo la encomienda sagrada de crear nuestra nación dominicana.

Se respeta el derecho a disentir y hasta “lucharemos con nuestra propia vida si es necesario para que el mismo se ejerza”, pero pretender cambiar la historia por conveniencias particulares, no puede ser aceptado.

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