La UASD de frente

La UASD de frente

En 1978 en la editora Taller, compré un librito llamado “Informe Richardson – opiniones criticas sobre la UASD” nunca lo perdí, ni lo regalé porque era y sigue siendo de una agudez fascinante e inquietante a la vez. No me imaginaba a qué punto.

Llegando de París, con mis diplomas bajo el brazo, concursé entusiasta en la UASD. Ahí, como ustedes, jóvenes que concursan en la actualidad, bebí mi primer trago amargo. No importaban los diplomas y el fervor, en la UASD, los ganadores se conocen, antes de concursar. Por la voluntad de algunos profesores, que querían modernizar y dinamizar los estudios de arquitectura, abrirlos al urbanismo y a los problemas sociales no ajenos a la práctica del arquitecto, pudimos realizar nuestro sueño. Entré, feliz en la universidad pública, con el anhelo de contribuir a la emancipación del pueblo dominicano a través la investigación y el análisis critico de los fenómenos socio-espaciales que se observan en nuestros paisajes y en las ciudades en particular.

Felipe Richardson externó la idea de que “la Universidad cumple su labor política haciendo lo que es lo suyo, la labor académica y no asumiendo roles que la desvirtúan.

La universidad no es un partido político y debe mantenerse al margen de ellos para preservar su propia integridad y sustancia y para concentrarse con independencia en la docencia, extensión e investigación”.

Eso no significa ser ajena a los problemas de la sociedad sino que a través “de su capacidad creadora y prestigio moral, denunciar y esclarecer dichos problemas y proponer soluciones”.

Así involucramos los estudiantes al equipo de medicina “Frank País” (extensión), los llevamos en los barrios populares, en las cañadas para aprender a mejorarlos y a rehabilitarlos como lo hacían todas las Universidades de América del Sur en esos años.

Treinta años después, esa función de la Universidad ha quedado desdibujada, invisibilizada o reprimida por varias vías.

La primera por destacar la función profesionalizante o de ascenso social de la institución, desvalorizando su sentido social. La segunda, es la tendencia neoliberal de poner la educación al servicio de los intereses de los empresarios, orientando las vocaciones.

La tercera, es ser acrítica hacia el Estado, a pesar de los numerosos motivos, incluso dejándose tutorear por un Ministerio que le secuestra sus iniciativas. La UASD perdió el norte al no haber respetado sus Estatutos y al permitir a los políticos degradar su misión científica.

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