La UASD de hoy y del mañana

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Jesus de la Rosa.

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Como bien lo expresaran los señores rectores de universidades públicas y privadas Ángel Hernández, Marcos Villamán, Epifanio González y Esteban Tiburcio, en su intervención en el Almuerzo del Grupo de Comunicaciones Corripio celebrado el 17 de julio recién pasado: “las universidades y las demás instituciones de educación superior del país tienen entre sus retos elevar la calidad, fortalecer la investigación, lograr la acreditación internacional y vincularse más con el mercado laboral, así como aumentar su cuerpo doctoral”. Como veremos más adelante, lo expresado por esos destacados educadores, sino es todo, constituyen una buena parte de lo que realmente necesitan nuestras Altas Casas de Estudios para abordar los problemas que a diario enfrentan.
A partir de las décadas de los años 60 y 70, los procesos de reforma universitaria estuvieron a la orden del día en la América Española, en la región del Caribe, y en otras partes del mundo. En la República Dominicana en particular, fueron impulsados por el Movimiento Renovador Universitario y repercutieron en las estructuras de la Pontificia y Real Universidad Autónoma de Santo Domingo, concretándose fundamentalmente en la introducción de los Estudios Generales como tarea propia de la Universidad.
Cincuenta años después, la educación superior está nuevamente en discusión. Pero, según lo expresara el destacado educador nicaragüense Carlos Tunnerman en las páginas 64 de su libro la Educación Superior en el Umbral del Siglo XX: “mientras en la década de los años sesenta nadie dudaba del papel clave de la educación superior en los esfuerzos conducentes al desarrollo, y hasta se le atribuía el rol de motor principal del adelanto y la transformación social, el debate actual se caracteriza por la existencia de toda una escuela del pensamiento, sustentada por algunos organismos internacionales de financiamiento (entre ellos, el Fondo Monetario Internacional) que ponen en tela de juicio la eficacia de la educación superior pública, cuestionan su rendimiento económico y social y la prioridad de las inversiones destinadas a ella”
Lo expresado en párrafos anteriores, nos indica que el debate contemporáneo sobre la educación superior es mucho más complejo que el que tuvo lugar en las décadas de los años 60 y 70 del pasado siglo 20. Lo que ahora está en juego es la confianza de la sociedad en la educación superior pública, como uno de los medios más eficaces con que cuenta un país para promover su desarrollo y fortalecer su identidad y autodeterminación.
Como lo expresara Carlos Tunnermann, “el debate actual de la educación superior se centra en la contribución que ésta puede hacer a la modernidad, plasmada en un proyecto de sociedad comprometida con el desarrollo humano sustentable”.
Para los rectores universitarios a los cuales nos referimos en este artículo, la modernidad estriba en construir, desde la propia identidad cultural, un modelo de sistema de educación superior endógeno que no excluya la apertura de la economía y la búsqueda de una inserción favorable en el actual contexto internacional.
¿Cuáles son los temas a discutirse en el actual debate internacional sobre la educación superior? La Educación Superior y sus objetivos; El papel de la economía en el análisis de la problemática mundial; La integración entre docencia e investigación; Las medidas que deben implementarse para asegurar la democratización y promover la calidad de la educación superior; La independencia intelectual y académica; El papel de la educación permanente en la educación superior, con miras a satisfacer las nuevas necesidades de una demanda cada vez más diversificada, entre otras. Indaguemos dónde y cómo habremos de disponer de los recursos mínimos necesarios para satisfacer todo esto que plantean los señores rectores y que nosotros validamos.

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