Parece ser que la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), la primada del nuevo mundo, disminuye su razón y valor histórico y filosófico con el paso del tiempo.
Parece que esta academia, «la universidad del pueblo», no tiene ninguna cabida en la sociedad dominicana y en las autoridades que la dirigen.
Y es que la politiquería, la corrupción y el clientelismo priman en la universidad por encima de la investigación, la innovación como el fomento del conocimiento.
Digo esto, a propósito del chantaje al Estado, y por ende a todos los dominicanos que financiamos con nuestros impuestos el sustento de esta universidad del pueblo.
Irónicamente, son los mismos dominicanos que se ven amenazados ante los grupos tradicionales de la UASD. Esos que impiden su desarrollo y progreso, que encabezan protestas nada pacíficas y que no consideran el cuidado de la integridad de los transeúntes. Y aquí nos encontramos con el término de «tira piedras», que de por sí es absurdo y pareciera una bandera de la cual muchos se enorgullecen, iniciando con algunas de sus propias autoridades.
Se pide con mucho ruido un 5% del monto total del presupuesto y pareciera que a esos sectores se les olvida que el problema de la UASD no es, en su totalidad, un problema económico, sino de gestión, visión y, sobre todo, de compromiso con aquello que es la liberación del pueblo dominicano mediante el conocimiento.
La UASD se encuentra estancada en los intereses de algunos y en las revoluciones absurdas de otros. Los unos y los otros no permiten que la academia se someta a las reformas necesarias de adaptación a los tiempos actuales.
Como consecuencia, mientras la UASD no tenga la capacidad de que sus distintos actores coloquen la educación por encima de sus intereses politiqueros, se le puede otorgar el presupuesto nacional completo y los resultados serían los mismos, igual de fatídicos.
Lentamente, la UASD va perdiendo espacios de incidencia y discusión, y los va copando otras universidades privadas. Esto, como buen uasdiano, me llena de dolor y decepción porque pasa, no por falta de conocimientos, sino de voluntad de hacer la diferencia como guía de la sociedad, razón de ser de esta universidad, la universidad de todos.